Fotos y texo Mark Aguirre

Unos adolescentes golpearon la parte trasera del coche. Me llamó la atención que el taxista los llamase “negros”. El mismo tenía un color parecido. Había nacido en Punjab en la India. Estaba en Darwin estudiando contabilidad. Como supe después, decía lo mismo que la mayoría de los periódicos locales editados por blancos. “Cometen robos con navajas en las gasolineras. Los arrestan, la policía les pone una pulsera, los sueltan y vuelta a empezar. Se necesita más dureza”, decía. Era mi saludo de llegada a Australia.
.Darwin mira hacia el Mar de Timor por donde llegaron los primeros aborígenas que la poblaron hace unos 60 mil años. Se trata de una zona tropical que sufre enormes tormentas en la época de ciclones. Llegán a inundar grandes áreas que aprovechan los cocodrilos para expandirse. Hay una época en la que ni los alimentos llegan. Por suerte no habían comenzado. Las carreteras seguían abiertas y era posible acceder al parque de Kakadu donde existe evidencia de la llegada a Australia de los primeros humanos.
Este grupo de hombres sapiens, los primeros hominidos en llegar a este continente del sur, habían salido de Africa hacía entre 5 y10 mil años. Poblaron toda Australia rapidamente moviéndose por la costa.Traían con ellos además de genes de otras especies humanas con quien se habían encontrado en el camino, una organización y un conocimiento que les había permitido atravesar el mar y adaptarse a un ecosistema que por su dureza no era fácil para la vida humana.
El conductor y guía con el que viajé a Kakadu se llamaba Archie. Era de una de las etnias que puebla la zona. Sus rasgos mestizos hacían difícil identificarlo con los Bininj/Mungguy la etnia con la que se identificaba. Una de las cosas que más me llamaba la atención era la cantidad de diferentes grupos étnicos que todavía existían. Había más de 600 con lenguas diferentes cuando llegaron los europeos a Australia. Kakadu puede ser junto al Kalahari uno de los lugares en donde se conserva la cultura humana viva más vieja del mundo. Eran cazadores recolectores cuando llegaron y seguían siéndolo cuando llegaron los europeos a finales del siglo XVIII para colonizar Australia. Eso no quiere decir que no hubiera habido una evolución cultural pero tuvo que ser un proceso propio sin que ningún grupo externo usara la violencia para imponer su cultura hasta la llegada reciente del hombre blanco.
Kakadu es un territorio pantanoso, donde hay praderas y bosque bajo. Hay también colinas rocosas con saltos de agua y un par de rios que desembocan en el Mar de Timor, pero es muy probable que fuera diferente cuando los primeros hombres modernos llegaran. Australia no era tan seca y desértica como es ahora. El propio mar había retrocedido kilómetros a consecuencia de las glaciaciones haciendo más fácil la travesia del Mar de Timor para los humanos que llegaron. Se sabe también que grupos provenientes de Papúa Nuev Guinea ocuparon las islas del estrecho de Torres que la separa de Australia.
Kakadu se había hecho famoso a nivel nacional unas décadas antes porque en Jabiru en territorio sagrado Oenpelli habían encontrado uranio. Su explotación había abierto un debate nacional sobre los derechos de los aborigenes. No solo sobre su derecho a la propiedad de su territorio ancestral, también sobre sus derechos culturales y espirirituales. Para los aborígenes la “nación” no es sólo un territorio para explotar por un Estado soberano y sus ciudadanos. Se trata de un lugar donde árboles, plantas, rocas, animales tienen sus derechos. Para ellos lo no tangible tiene tanta importancia como lo tangible. Ven el mundo como un lugar habitado por espiritus con los que se convive y es conveniente tener una buena relación. Ya los primeros escritos que existen sobre ellos los describen celebrando ceremonias y rituales continuamente. En este mundo espiritual el subsuelo tiene para ellos un sentido sagrado. El paraiso está en la tierra no en el cielo. Sus tumbas ayudan a conectar lo espiritual con el mundo tangible. Una relación que la mina podía dañar poniendo en peligro la continuidad de los Oenpelli. Por eso se opusieron. A pesar de la resistencia los intereses económicos prevalecieron y la mina se abrió y operó hasta el año 2021.



Ubirr era nuestro destino. Está en Cahills Crossing, no lejos del mar cerca de la vieja mina. Para llegar cruzamos un río donde dormían cocodrilos en sus orillas. Ubirr es considerado por los arqueólogos uno de los primeros centros rituales establecidos en Australia, lo datan en al menos 40 mil años. Parece un “templo” circular natural formado por paredes rocosas con portales convertidos en “canvas” y “capillas”. Su recogimiento tenía algo de mágico. Desde los alto de estas colinas de roca el paisaje se abría imponente hasta el horizonte.
Antes de llegar hicimos una pequeña ceremonia. Archie quería agredecer a Billy – ya fallecido- el acceso al lugar, su familia es la encargada por el clan de guardar la “Gran Tradición” Oenpelli. Como la Gran Tradición se conoce las historias de la creción y otras enseñanzas que permiten existir en el día a día. En decenas de miles de años de ocupación contínua de Kakadu los aborigenes han creado más de cinco mil sitios sagrados pero las comunidades apenas dejan visitar un puñado, entre ellos Ubirr. Billy había convencido a una comunidad reacia a abrir su conocimiento a otros. Los Oenpelli se oponían porque temían que los “blancos” lo usasen contra ellos o lo destruyeran.
Arqueológos que han estudiado el sitio están de acuerdo de que la mayor parte de sus pinturas actuales pueden tener 2000 años pero hay evidencia arqueológica de que se pintaba en el lugar hace 40 mil años. Los aborigenes estaban allí al menos desde entonces, eran humanos capaces de tener creencias y experiencias espirituales y de expresarlas con arte. Mostrarlo era importante para Archie y por eso el agradecimiento a Billy porque los colonialistas ingleses habían colocado en sus atlas a los aborígenes junto a las plantas y animales negando su condición humana. Para Archie lo expresado en Ubirr era la prueba de que los aborígenes desde que llegaron eran tan humanos modernos como podían serlo los ingleses que llegaron en los siglos XVIII y XIX.
La negación de la humanidad aborígen denunciaba el racismo y supremacismo blanco traído a Australia por el colonialismo. Esta negación de humanidad aborígen era el escudo ideológico para poder exterminarlos. Llegaron incluso a llevar docenas de ellos, vivos o muertos, a Europa para exibirlos en circos, múseos y clinicas donde estudiaban el supuesto “eslabón perdido” entre el mono y el hombre. Querían demostrar la superstición supremacista de la inmutable inferioridad racial de los no blancos. Todavia en el año 2019 Alemania entregó los restos de 40 individuos aborígenes encontrados en museos y clínicas. Neil Mckenzie un yawuru que asistió a la ceremonia dijo “ahora sus espiritus pueden ser libres”.
Aproveché para preguntarle a Archie sobre las razones del resultado de un referendum histórico que se había celebrado justo unas semanas antes de mi llegada a Australia. El gobierno había preguntado a los australianos si estaban de acuerdo en que los aborigenas debido a su pasado tuvieran un sitio especial y autónomo en el paralamento, dar “Voz a los aborígenes” le llamaban. El resultado había sido un auténtico jarro de agua fría para los líderes comunitarios aborígenas y activistas que llevaban años luchando por cerrar la herida abierta entre las dos naciones que pueblan Australia. El 60% de los australianos habían votado en contra de las reformas constitucionales propuestas. A pesar de que el 80% de los aborígenas voto a favor, Archie estaba frustrado. “Mucha gente no sabía lo que significaba. no hubo buena información, el Primer Ministro (Anthony Albanese) no hizo nada por explicar de que se trataba” decía. La derrota hacía más difícil la reconciliación entre aborígenes y blancos que continuan sin entenderse.
2

El origen del referendum se remontaba al año 2017 cuando se reunió en Uluru la Primera Convención Nacional de las Primeras Naciones, los descendentes de los pueblos que habitaban Australia cuando llegaron los europeos. La Convención acordó llamar a una reforma de la Constitución para dar cabida a los aborígenas. El gobierno se hizo eco por la presión de un movimiento político creado en los años setenta del siglo pasado reclamando sus derechos y convocó a un referendum. Para los indígenas las reformas ayudarían a ir dando forma a una Soberanía a la que los aborígenas nunca habían renunciado. En Australia no hubo un acuerdo entre aborígenas y la Corona Británica a diferencia de lo que ocurrió después en Nueva Zelanda donde los Maorí e ingleses acordaron en un tratado compartir la soberanía. Simplemente los nativos fueron despojados y desapropiados violentamente de su territorio por el hombre blanco.
En Sidney en la parte más vieja de la ciudad no lejos de la Opera, el edificio en la bahía que se ha convertido en el simbolo de la ciudad, existe un pequeño múseo The Rocks Discovery Museum. El múseo nació en parte de un movimiento de resistencia a la gentifricación del barrio. Una de las salas recrea lo que encontraron los ingleses en la bahía de Sidney cuando llegaron en 1788 a colonizar Australia. El museo no es muy visitado pero ese día había un grupo de escolares en una visita guiada. La guía advertía que los museos australianos no empezaron a recoger objetos de la cultura aborígena hasta bien entrado el siglo XIX. No explicó la razón pero es de suponer que los directores y curadores esperaban que una cultura a la que ellos no daban ningún valor desapareciera con sus creadores. La mayoría de su colección son imitaciones para ayudar a explicar la historia.
Lo que el captán Cook encontró en la bahía de Sidney fueron grupos de entre 25 y 60 personas cazando, pescando y recogiendo comida juntos. Tenían sus lugares sagrados donde celebraban rituales y ceremonias y sus cementerios. Hay varias ilustraciones de ellos expuestas incluido una con sus ritos de iniciación. Eran Eora, un grupo étnico que poblaba la bahía. Un grupo que pronto no existiría. La Corona inglesa se quedó con su territorio como hizo después con el resto de Australia. Había hecho lo mismo en Africa del Sur con los San y después lo harían argentinos y chilenos ayudados por ellos con los Selk´nam, los Yámana y los kawésqar en la Patagonia. La Corona Inglesa había organizado la colonización de Australia como un genocidió en beneficio de sus empresas textiles en Inglaterra. Trajo prisioneros de cárceles para ayudar en el “trabajo” a sus soldados. Las barracas donde dormían todavía están en pie a diferencia de lo creado por los Eora que ha sido destruido. La Corona justificó su saqueo aduciendo que la tierra no estaba cultivada y no tenía propietarios. Para ellos era la “prueba” final de que los aborígenes no eran completamente humanos ¿Cómo podían serlo si no había “propiedad privada”?, argumentaban contra lo que se sabía de los indígenas de nortemérica.

Los primeros colonos libres llegaron 25 años después. Cuando pusieron el pie en Sidney una generación de Eoras había sido exterminada. El 80% había fallecido a causa de enfermedades infecciosas traídas por los ocupantes o por violencia. Estos colonos que sustituyeron a la población originaria y se quedaron con su territorio encontraron una fuerte resistencia. Hubo una guerra de exterminio. Los colonos blancos se apoyaron en su número, pronto hubo más que indígenas, y en el poderío de sus armas a pesar que los aborígenas tenían un buen conocimiento de la balistica como mostraban sus peligrosos boomerang . Están documentadas las masacres de Waterloo Creck, Slaughterhouse Creck o Myall Creck donde cientos de indígenas fueron asesinados. En 1920 quedaban vivos 20 mil aborígenes en toda Australia un 10 % de los que habia cuando había llegado el capitán Cook hacía 130 años. La población actual aborigena en Australia se estima en 745,000 individuos o el 3% de la población total de 24 millones.
Los que sobrevivieron se refugiaron en granjas, misiones cristianas y estaciones, como llamaron a las enormes propiedades ganaderas valladas de los blancos donde producían lana para las factorías textiles inglesas. Trabajaban como empleados pero en vez de salario recibian azucar, tabaco y té por su trabajo. Hubo también reservas creadas por el gobierno con la misión de controlar a los aborígenas hasta que supuestamente desaparecieran víctimas del darwnismo social dada la superioridad de la raza blanca. En estos resguardos los aborígenas salvaron su vida a costa de perder su autonomía. Perdieron su territorio pero no ocurrió lo mismo con sus mentes y corazones. La resistencia a su asimilación nunca fue extinguida como mostraba la convención de Uluru dos siglos después reclamando su soberanía y el aumento de su población.
3

Uluru es una inmensa y hermosa roca en el centro de Australia. Un centro sagrado de los Anangu convertido en un símbolo de la continuidad histórica de todos los Aborígenes. La roca sagrada parece una isla desnuda que se levanta en un desierto rojizo de arena y arbustos donde la vida depende del conocimiento de los ojos de agua.
Llegué en un autobús público desde Alice Spring a 500 kilómetros ¡ la población más cercana¡. Tuve que esperar un día porque los servicios de autobús son esporádicos. Alice Spring es un pueblo de frontera de algo más de 25 mil habitantes a 1500 kilómetros al sur de Darwin. El 20% de la población es Aborígena. La segregación es visual. Un pueblo de blancos rodeado por campamentos indigenas a veces con casas sin agua corriente, desague o electricidad. Comunidades pobres que viven para mantener su cultura y sus conexiones con la tierra. Fue en Alice Spring donde los aborígenes diseñaron la bandera de su nación en los años setenta del siglo pasado cuando iniciaron su movimiento político. La mitad de arriba negra la de abajo roja y en en medio un gran sol. Los aborigenas la izaron en 1972 en una tienda de campaña en Camberra que convirtieron irónicamente en la embajada de la nación aborígena en Australia. Se ha convertido en la más larga protesta continua que se conozca.
En Alice Spring los conflictos sociales ocurren periódicamente. Los toques de queda que prohiben el movimiento libre de los jóvenes aborígenes son cada vez más frecuentes. Los aborígenas tienen tasas de encarcelamiento mayor que los afroamericanos en Estados Unidos, una de las mayores del mundo. Las autoridades, paternalistas, ven las causas en el alcohol. Es fácil ver a grupos merodeando las tiendas donde lo venden. En los territorios del norte hay que mostrar la tarjeta de identidad hasta cuando compras una botella de vino. Stan Grant un periodista de la CNN, el mismo un aborígena, ha contado en un libro talking to my Country como las autoridades no quieren ver a los jóvenes aborígenas como víctimas de una contradicción que los aplasta culpando de todo al alcohol, el abuso sexual o a una supuesta violencia innata. En Alice Spring hay dos mundos paralelos que a los jóvenes les cuesta integrar como les piden las autoridades. El conflicto de pertenencia e identidad es tan difícil de manejar que muchas veces los jóvenes indígenas optan por el suicidio. En Australia los jóvenes aborígenas tienen unas tasa de suicidio cinco veces mayor que la de los blancos de su edad. Los jóvenes están atrapados entre la marginalización, discriminación y pobreza histórica que sufren sus familias aborígenas y el mensaje a integrarse como un australiano más. Stan Grant lo sintetiza, “Sí quieres tener una buena vida tienes que renunciar a lo aborígena que llevas dentro”. Muchos renuncian con el suicidio.
Dos mujeres indígenas se quedaron en Alice Spring porque su tarjeta de crédito no funcionaba y el chofer no les dejó subir. Esperaba ver canguros durante el viaje pero lo único que vi eran camellos. Traidos por los ingleses cuando no había ferrocarril para llevar la lana a los puertos, son ahora salvajes y se han convertido en los reyes del desierto australiano. Hay más camellos que en Arabia. En Alice Spring conocí un “cowboy” que los caza para exportar su carne. En vez de caballo usa un helicoptero para arrinconarlos y encerrarlos en los establos desde donde los lleva por carretera a los puertos de embarque. Si descontamos los inmensos camiones de dos remolques, los vehículos con que nos cruzamos se podían contar con los dedos de una mano. La mayoría de los turistas que llegan a Uluru lo hacen en avión. El centro de Australia es un desierto semivacío protegido por cadenas de montes de roca desnuda, la escasez de agua y la arena.



Uluru es un libro sagrado. Desde hace unos años esta prohibido subir a la gran roca pero sigue siendo posible rodearla caminando. Hay sitios santos donde no está permitido tomar fotografías. Los aborígenas dicen que pueden disgustar a los espíritus que les protegen. Sus laderas estan llenas de cicatrices que cuentan la historia de los Anangu, sus sueños (los mitos de la creción) y sus valores morales. Un conocimiento que como ocurre con las pinturas de Kakadu se ha ido abriendo poco a poco a los no Anangu. Keith un jóven aborigena que nos guió en el camino decía que en la inmensa roca están escritas las enseñanzas que han permitido a los Anangu sobrevivir durante miles y miles de años. En torno a ellas los jóvenes aprenden su significado, hacen ceremonias de iniciación y combates rituales mientras residen en cuevas acompañados de viejos del clan que les trasmiten el “conocimiento”. Ponen juntos el relato oral y su representación simbólica material que tiene la escritura. Esta vez no en letras o carácteres sino en símbolos creados por la naturaleza en las laderas del monte sgrado de Uluru “leidos” y descifrados por los viejos de la comunidad como hacen los oromos etíopes con las tripas de sus toros sagrados en sus grandes festividades.
Los Anangu siguen celebrando sus ceremonias mientras trabajan en los hoteles o son choferes o guías. Los Aborígenes se quedaron sin su territorio pero al final no desaparecieron o fueron asimilados culturalmente por la sociedad europea como querían los ingleses. Siguió habiendo dos naciones aúnque fueran desiguales en poder, riqueza y población. Los aborígenas siguieron manteniendo su sistema tradicional de obligaciones familiares y continuaron con sus propios rituales y sus ceremonias funerarias. Esta resilencia identitaria fue acompañada en la década de los setenta del siglo pasado de un activismo político influenciado por la lucha contra el Apartheid en Africa del Sur y el Movimiento de los Derechos Civiles en Estados Unidos. Fueron los años que los aborígenas reconstruyeron su identidad frente al racismo y la discriminación, forjaron un movimiento político que reivindicaba su soberanía del que el referendum formaba parte.
Keith como Archie era mestizo. Su abuelo era uno de los niños aborígenas robados a sus madres para ser educados en una misión. Decía que en Alice Spring había un lugar conocido como “la casa de la media casta” a donde lo llevaron. El gobierno robo niños “legalmente” entre 1905 y 1970. Keith contaba que niños como su abuelo de madre aborígena y padre blanco fueron los que más sufrieron la separación violenta de sus familias. Los blancos que colonizaron Australia pensaban que dado que la raza blanca era superior, los Aborígenas desaparecerían bajo las supuestas leyes del darwinismo social. No ocurriría lo mismo con los niños mestizos a los que había que ayudar a borrar lo aborígen de sus mentes y rescatar lo blanco de sus pieles con matrimonios adecuados en sucesivas generaciones. Eran a ellos a los que se llevaban. Se calcula el número de niños robados de madres aborígenas por el gobierno liberal y llevados a orfanatos ó centros de adopción en 50 mil. En Darwin y Alice Spring se calcula que al menos uno en diez niños fueron removidos de sus familias, en algunas comunidades uno de cada tres.
Keith estaba desilusionado con el resultdo del referendum. El creía que la división entre los propios aborígenas había sido una de las causas de la derrota. ¨Faltó unidad” decía. Ponía el ejemplo de la colonización donde los ingleses explotaron la existencia de las 600 diferentes naciones. Muchas veces la gente tenía más miedo de otras etnias que de los europeos a los que no conocía, lo que permitió a los ingleses crear policías con aborígenes que repremían a otros aborígenes. Keith contaba que Había habido varias voces de líderes indígenas llamando a votar “no”, algunos interpretaban el “si¨ como un abandono de la lucha por la soberanía aborígena de Australia, exigían un tratado que las reformas no consideraban.
4

A finales de enero último tres meses después del referendum en la vispera del día nacional una estatua de bronce del capitán James Cook fue derribada en Melbourne. Los australianos conmemoran ese día la declaracion de Terra Nullius (un territorio sin dueño) hecha por el capitán James Cook con la que la Corona británica ”legitimó” su colonización de Australia. La estatua llevaba cien años en un parque en la playa de St Kilda sin ser molestada. En su pedestal vacío los activistas hicieron una pintada “The colony will fall” (la colonia cairá). La monarquía inglesa sigue siendo el jefe del estado australiano.
Melbourne es una ciudad al sur de Australia famosa por sus playas, viñedos y buenos restaurantes. En los últimos años puede ser la ciudad más dinámica del país hasta el punto que un flujo de inmigrantes de todo el mundo la esta convirtiendo en la más poblada sobrepasando a Sidney. Los británicos que la fundaron en la primera mitad del siglo XIX expulsaron de su territorio a los Wurundjeri que como los Eroa de Sidney cazaban, recolectaban y comerciaban en la zona. Llevaban allí 40 mil años.

En Melbourne me entrevisté en Carlton con Jennifer Buttler una profesora universitaria y activista que había defendido el Si en el referendum. Todavía se veían en los escaparates carteles llamando al voto apoyando los derechos de los aborigenas. Victoria es considerdo un estado proclive a los derechos aborígenes pero el Si como en el resto de los estados había perdido. Nos reunimos en un café en el antiguo barrio italiano convertido ahora en un magma de inmigrantes de todos los continentes. Quería saber porqué habían votado contra las reformas cuando los aborígenes estaban en la cola de todos los indicadores de desarrollo humano. Los aborígenas tienen indicadores comparables a países pobres, pero esto sucedía en un país rico como es Australia. Su esperanza de vida es ocho años menor que la que tiene un australiano no aborígena. Parecía obvio que no podía haber igualdad de oportunidades sin dar más poder a los pueblos indígenas. El referendum podía haber derribado esa barrera dedescriminación y exclusión que separa a dos mundos, uno rico y uno pobre, haciendo un país mejor.
Para Jennifer la derrota tenía varias causas pero daba mucha importancia al estrato colonialista y racista cultural introducido por la Corona Británica sobre el cual se ha construido el ideario social dominante. Los aborígenes tuvieron que esperar hasta un fecha muy tardía, hsta el año 2008, para que el Primer ministro Kevin Rudd les pidiera perdón en nombre de la nación australiana por el maltrato y degradación recibidos, especilmente por el robo de niños. Un perdón que a algunos ctivistas no les gusto porque se quedo corto al no denunciar al coloniamismo.
“ Una gran parte de los australianos siguen sin ver a los aborígenas o si los ven no son para ellos más que una rara herencia precolonial, una reliquia prehistórica o en todo caso un pie de página en la historia. Si llegan a identificarlos lo hacen como una población marginal y perezosa incapaz de dejar el alcohol o la violencia. En Australia se esconde la historia. Parece que Australia empezó con el capitán Cook, pertenece a los blancos, es lo que enseñan en las escuelas. Pocos australianos ven que los aborígenas fueron excluidos de la humanidad primero y despues del desarrollo y el bienestar por el colonialismo. Entonces sin ver esto ¿porqué hay que darles más derechos que a otras minorías?”, decía Jennifer.

No era el único motivo que veía para la derrota. La manipulación cargada de racismo había acabado con alguna posibildad de ganar si es que la había. La información sobre el referendum del imperio mediatico Murdoch, su fundador es australiano aunque radique en la ciudad de Nueva York , fue perversa. Murdoch es propietrio de The Daily Telegraph, Herald Sun, y The Australian el único periódico distribuido a nivel nacional, además del canal de televisión Sky. La media muy concentrada creó un miedo irreal, como si la Voz de los aborígenas fuese la voz del diablo que divide a la nación. “La gente empezó a creer que en caso de que ganara la propuesta perderían sus casas para darselas a los indígenas.”, decía Jennifer. La confusión alejo a los votantes del Si favoreciendo a los del No. Hasta hubo una campaña con el slogan “Sí no sabes, vota no”.
A mis ojos los australianos habían perdido una oportunidad histórica para empezar a curar una herida abierta por el colonialismo. Habrían tirado por la borda una oportunidad de reconciliación. Para los blancos la posibilidd de empezar a sanar la vergüenza y la culpa del pecado oríginal del robo, el saqueo y exterminio escondida debajo de la manta de la supuesta civilización , para los aborigenas su resarcimiento político y moral después de más de dos cientos años de discriminación, explotación y marginalización. Australia habría dejado escapar una oportunidad de un futuro mejor para todos, para las dos naciones, los blancos y los aborígenes, basado en la diversidad, la justicia y la autodeterminación.
Los blancos todavía tienen que aprender que la cultura ancestral mantenida por los aborigenas durante 50 mil años es el mejor regalo que cualquier nación del mundo puede tener.