YEMEN, Los estragos de la guerra

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Se sabe que las guerras y revoluciones son las parteras de la historia. Con la guerra de Yemen no esta siendo diferente y nada volverá a ser igual que antes. La política, la geopolítica y la doctrina de la intervención humanitaria estan siendo transformadas a costa de una brutal crisis humanitaria.

A principio de diciembre del año pasado Ali Abdullah Saleh moría de disparos cuando comandos huzíes prtendían detenerlo. El ex-Presidente acababa de anunciar que había alcanzado un acuedo con Ryad para acabar la guerra. Un acuerdo negociado a espaldas de los huzíes sus aliados desde el inicio del conflicto. Saleh hizo un mal cálculo de su propia fuerza como lo había hecho la diplomacia inglesa activa en la negociaciones entre Saleh y los saudíes. Saudíes e ingleses esperaron que hubiera una insurrección en Sanaa como venganza al asesinato de Saleh. Pero nada ocurrió. Se olvidaron de que las guerra y revoluciones son las parteras de la historia. Tres años de guerra habían transformado la constelación del poder en Sanaa.

Saleh había definido la política yemení desde 1978 cuando tomó el poder tras el asesinato del Presidente Ahmed al Ghashmi. Fue el último acto de la Revolución de 1962 que acabó con el imamnato, la monarquía yemení. Saleh seguía siendo presidente treinta y tres años después cuando la primavera arabe llegó a las calles de Sanaa. Durante estas tres décadas llegó a amasar tanto poder que el regimen político era conocido como el Regímen de Saleh. El autoritarismo, la corrupción y el nepotismo de su familia y la de su aliado el gran jeque tribal al-Ahmar llegaron a ser axfisiantes.

Saleh había llegado al poder gracias a la ayuda saudí. Ryad se había opueto tanto como pudo a la Revolución de 1962 inspirada en el nacionalismo secular de Nasser, el lider egipcio que en la década de los sesenta galvanizó a las masas arabes contra las monarquías, el colonialismo y las mezquitas. Ayudado por Ryad Saleh llegó a un acuerdo con el poder tribal y los restos del imamnato al mismo tiempo que ponía las bases para construir un estado moderno. Con el acuerdo, si al menos no acababa con el poder tribal – muchos revolucionarios lo vieron como una traición- el Estado personificado por Saleh pasaría s ser más poderoso que la más poderosa coalición tribal.

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Estas fuerzas detrás del poder pusieron una fachada “democrática” al regimen que funcionó hasta que los jóvenes lo desnudaron saliendo a la calle denunciando la corrupción y el autoritarismo en los días de la primavera arabe. Fue la revolución de los jovenes lo que sacó a Saleh de la presidencia. Los que apoyaban al Regimen de Saleh entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea pensaron equivocadamente que todo podía seguir igual sin Saleh y aceptaron que su vicepresidente Abd-Rabbu Mansour Hadi ocupara su papel. Pero se equivocaron. Los yemeníes estaban hartos del regimen y Saleh controlaba gran parte de las finanzas, las fuerzas de seguridad y la elite militar y no estaba dispuesto a retirarse. Tenía algo que ofrecer a los huzíes quienes capitalizaron la crisis. Les facilitó su avance hacia Sanaa desde el norte a cambio de una alianza que podría permitirle -Saleh tenía fama de oportunista y pragmatico- como había ocurrido en Egipto con Sisi regresar al poder.

Fueron los huzíes, un movimiento político zaydi -una corriente religiosa del Islam con su centro en Sada más cercana al shiismo que al sunismo- que defendía desde la tradición y la historia la independencia política del Yemen, opuesto al wahabismo saudí, que había librado seis guerras contra Saleh a quien acusaban de entreguismo a Estados Unidos, quienes acabaron capitalizando la crisis del regimen. La cosa era peor para los saudíes porque los huzíes tenían buenas relaciones con Hezbollah e Iran.

La resolución de la crisis había desplazado a Ryad del poder en Yemen a pesar de que llevaba tres décadas gastando millones de dolares cada año para compar lideres tribales y religiosos. Había perdido el control que tenía sobre la política yemení. Su respuesta fue castigar a todo un pueblo bombardeando al Yemen para que volviera al redil. Pero la guerra paradojicamente en vez de traer de regreso el viejo regimen como esperaban ha acabado por enterrarlo.

Durante sus años en el poder Saleh había construido su propio partido el Congreso General del Pueblo, un partido de técnocartas sin otra ideología que lo que dijera el Presidente. Era la fuerza política que los ingleses y saudíes esperaban se rebelara contra los huzíes tras el asesinato de Saleh. Pero con éste muerto, sin posibilidaes de recibir prebendas en el futuro, sus dirigentes no tenían motivo para luchar. Mucho menos la gente ordinaria que había visto como la familia Saleh amasaba una fortuna aprovechandose del poder.

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En marzo los huzíes pusieron en libertad a 69 aliados de Saleh entre ellos oficiales de alta graduación de la guardia republicana y servicios especiales que habáin sido encarcelados cuando la crisis de diciembre. Los huzíes y líderes del Congreso General del Pueblo habrían pactado seguir colaborando apesar del asesinato de Saleh. La crisis parecía zanjada.

El Congreso General del Pueblo no ha sido la única víctima política de la guerra. Los halcones saudies habían contribuido a derribar el otro pilar político del viejo regimen, el Islah un partido islamista que los propios saudíes habían utilizado anteriormente en su lucha contra los socialistas del sur y que hubiese podido ayudarles en la crisis que siguió al asesinato de Saleh.

El Islah a parte de representar al poder tribal nació como una agrupación de diferentes corrientes islamicas sunitas. Entre sus militantes estaban los Hermanos Musulmanes y fracciones wahabistas encabezadas por al-Zindani, el clérico islamista amigo de Bin Laden que había organizado a los yemenitas que fueron a Afganistan a luchar contra la URSS. Eran los años en que catarís y saudís trabajaban juntos financiando y armando a corrientes islamicas radicales, ahora dicen ellos mismos que lo hicieron por encargo de Occidente. Una alianza que no resistió la acometida de la primavera árabe. En Sanaa el proyecto estrella de esta coalición era la universidad al Imam uno de los centros más prestigiosos del wahabbismo, financiada con dinero de Qatar, que ha sido convertida por los huzíes en un centro de recreo para la población.

Muchos jovenes militantes del Islah como había ocurrido con los Hermanos Musulmanes en Egipto durante la primavera arabe habían desempeñado un papel importante en las calles de Sanaa. Pero el enfrentamiento abierto entre Qatar y Arabia Saudi había dinamitado desde dentro su fuerza. Los saudíes habían declarado a los Hermanos Musulmanes apoyados por Qatar sus enemigos. El conflicto había creado en el Islah una crisis política que a pesar de los esfuerzos de Ryad por revitalizar el partido no ha podido ser superada.

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Esta crisis de las fuerzas políticas tradicionales esta adentrando al país en un territorio desconocido. Un terreno en donde los huzíes han logrado consolidar su poder en todo el norte de Yemen y entre las grandes coaliciones tribales.Un territorio en el que vive el 80% de la población del Yemen. Los egos notables que en las pasadas décadas definían la política y los negocios del yemen han desaparecido. La guerra en vez de debilitar a los huzíes como esperaban los ha fortalecido. Su política de resistencia a una agresión externa injustificada a los ojos de la población les esta dando resultados. Cientos de miles de yemeníes se manifestaron en Sanaa en su apoyo en el tercer aniversario del inicio de la guerra.

En este nuevo territorio desconocido la salida negociada al conflicto no esta todavía ni tan siquiera en el horizonte. Los saudíes y sus aliados siguen sin reconocer a los huzíes como un actor político mucho menos como una autoridad nacional con un mandato para negociar. Es en esta clave como hay que interpretar el asesinato por la coalición -dispararon un misil desde un drone en Hodeidah- de Saleh al-Sammad, quien era el Presidente del Consejo Politico que gobierna el norte del Yemen en manos de los huzíes. Pero no hay otros actores políticos en Sanaa que las fuerzas que apoyan el Consejo Político tras las criisis del partido de Saleh y del Islah.

Recientemente los huzíes para romper el impass han propuesto al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas “establecer un comité para la reconciliación y celebrar elecciones para elegir al presidente y al jefe del Parlamento de un modo que todo el pueblo, los partidos y las fuerzas políticas puedan participar en estos comicios” pero no ha habido ninguna respuesta. Puede que tome todavía algún tiempo pero tarde o temprano los saudies tendrán que negociar con los huzíes o escalar la guerra hasta entrar en Sanaa. Algo que sólo pueden hacer si Estados Unidos y Gran Bretaña se involucran mucho más de lo que ya estan en el conflicto. Cosa que no va ser facil después de que el senado de Estados Unidos se quedara solo a siete votos de la mayoría el pasado marzo al votar 44 senadores a favor de una resolución que llamaba a parar la ayuda militar de Estados Unidos a Ryad en la guerra del Yemen.

Este escenario de incertidumbre política favorece a los que abogan por dividir a Yemen generando más inestabilidad. La idea de cambiar las fronteras en el sur de Arabia reconociendo una o varias entidades politicas independientes de Sanaa gana peso. El problema es que estos posibles estados fragiles establecidos sobre bases tribales o coloniales pueden ser terreno propicio para Al Qaeda o ISIS poniendo en evidencia la inconsistencia de la política del PresidenteTrump en la región. El radicalismo islamista tendría a tiro el estrecho de bab al Mandab una de las rutas más transitadas del comercio mundial.

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A principio de abril un misil golpeo un tanque petrolero saudi que navegaba el Mar Rojo frente a las costas de Yemen. Los huzíes habían advertido que se reservaban el derecho de atacar naves saudíes en represalia a sus continuos bombardeos del Yemen. Días antes, en lo que quizá sea el ataque más audaz de los huzíes desde que empezó la guerra, habían sdisparado siete misiles contra territorio saudí.Tres de ellos balísticos contra Ryad. Videos mostraron como un misil-antimisil Patriot de fabricación estadounidense fallaba cayendo en una zona urbana de la capital ocasionado la muerte de un ciudadano egipcio.

Era la evidencia de que la estrategia militar saudí estaba fracasando. Cientos de miles de millones gastados en armamamento sofisticado eran inutiles para derrotar al país más pobre de la región. Tres años de bombardeos continuos no habían impedido que los ataques de misiles continuasen mejorando su capacidad balística. El frente terrestre estaba estabilizado y los huzíes seguian controlando tres cientos kilómetros de costa del Mar Rojo incluido su puerto más importante al Hodeidah por donde entra la mayor parte de la ayuda humanitaria.

Las cosas iban tan tremendamente mal que para lavar la cara de Mohamed bin Salman, el principe ambicioso que había iniciado la guerra, su padre el Rey Salman tuvo que cambiar en marzo los mandos del ejercito de tierra y de aire. Contrariamente al desenlace rapido que había pronosticado el propio Mohamed bin Salman, el Principe heredero al trono a cargo del ministerio de defensa y de los ingresos petroleros, el conflicto seguía y estaba escalando. Si quería proteger a sus barcos tenía que sacar a los huzíes de las costas del Mar Rojo y del puerto de al Hodeidah.

No sería la primera vez que una ocupación militar del Yemen por un ejercito extranjero fracasa. En los primeros años sesenta del siglo XX Egipto mandó tropas a Yemen para doblegar a las tribus del norte que luchaban contra los coroneles que habían derribado el imamnato y establecido la Republica. George Carvalho un periodista que cubrió la guerra escribió:

“ El hecho increible es que los egipcios estan perdiendo en Yemen. Hombres tribales mal vestidos y descalzos, armados solo con viejos rifles y la fe en Allah, estan haciendo vivir el infierno a las tropas de elite de Nasser a pesar de su poderoso equipo sovietico, aplastante poder de fuego y su indefendible poder aereo”. Los paralelismos son elocuentes.

Había dudas de si la idea de la aventura de la guerra del Yemen había partido de Washington o Ryad. Dexter Filkins cuenta en el The New Yorker como en marzo del 2015, días antes de que esta empezase, enviados de Arabia Saudí y de Emiratos (Dubai) visitaron Washington para informar que estaban preparando una intervención militar en Yemen. Obama no se opuso a la misma a pesar de ser un conflicto fabricado aprovechando la crisis política del Yemen; una guerra escandolosa contra la población más pobre y vulnerable de Oriente Medio. Acababa de llegar a un acuerdo con Iran sobre el problema nuclear y no quería enojar más a los saudíes. Lo vio como una manera de hacer negocio: vender armas para pagar el petróleo saudí que los americanos consumen. Además Washington venía años acariciando la idea de convertir a los ricos saudíes en polícias de un nuevo orden geopolítico en la región. Además de en Yemen los necesitaba en Siria e Iraq. Una política de apoyo incondicional, sin principios, a los saudíes que esta siendo cuestionada ahora en Washington en el Senado.

Se trataba de una guerra concebida por Mohammed bin Salman para legitimar su cuestionado ascenso al poder con una guerra breve y victoriosa. Aunque ha conseguido su primer objetivo hoy es el hombre más poderoso en Ryad, la resistencia yemení a la guerra esta conduciendo sus políticas a un atolladero. Los gastos militares son cada vez mayores pero los recursos economicos son cada vez más escasos por el cambio en la industria energetica: precios persistentes a la baja, más consumo del petroleo de fracking y mayor demanda de gas natural. Este año los saudíes un estado tradicionalmente con superavit tendran un déficit presupuestario de 52 mil millones de dólares. Expertos vaticinan que dentro de seis ó siete años Arabia Saudi estará en bancarrota. El Reino enfrenta unos gastos crecientes de su generoso estado de bienestar por la expansión demografica de una población muy jóven y unos ingresos decrecientes por su monodependencia petrolera.

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(caricatura tomada de The Spectator)

Las dificultades financieras que atraviesa el reino esta dejando al desnudo el carácter fatuo de la modernización del reino alabada por líderes europeos y estadounidenses. La casa de Saud no se puede desprender del wahabismo porque perdería su legitimación para gobernar. Los saudíes son ricos pero no modernos. La vida productiva es desconocida para ellos y es sostenida por inmigrantes. Los Sauds desprecian los derechos humanos y especialmente los de las mujeres. Desde que Mohammed Bin Salman se ha hecho con el poder los arrestos se han sucedido creando un clima de miedo. Cualquier pequeña crítica puede significar la prisión.

En noviembre pasado Mohammed bin Salman mando a la policía arrestar a alredeedor de 200 personas muchas de ellas, principes, políticos e inversores. En vez de llevarlas ante un juzgado las aglomeró en el hotel Ritz-Carlton en Ryad. Entre los detenidos estaba su primo el Principe Miteb bin Abdullah, la cabeza de la guardia nacional e hijo del Rey anterior Abdullah. Su detención era un golpe que le permitía controlar las ramas de la seguridad del Estado que todavía no controlaba, el ministerio del interior y la propia Guardia nacional. Ahora como un dictador puede hacer lo que quiera. Al-Waleed bin Talal uno de los mayores accionistas de Citybank, FOX, Apple o Twitter quien podía ser generosamente chantajeado también compartía celda en el Ritz. El primer ministro del Libano Hariri fue abofeteado durante su detención. A pesar del supuesto lujo de la prisión los prisioneros no se ahorraron los malos tratos de las mismas. Choques electricos fueron usado durante interrogatorios. Al-Qahtani, un general retirado del ejercito, murió de un ataque al corazón provocado por los malos tratos de sus captores. Mohammed bin Salman quien ese mismo mes de noviembre había comprado un cuadro de Leonardo da Vinci, “Salvator Mundi”, por 450 millones de dolares y anteriormente un castillo al oeste de Paris y un yate por valor de 550 millones de dólares, les acusaba de corrupción, malversación y fuga de capitales.

Lo que más llamaba la atención era el metodo empleado, mas similar a un secuestro de al Qaeda “un pago por un rescate” que a una detención judicial. No hubo ningun proceso legal, no jueces, no abogados, pero en Occidente parecía no importar. Mohammed bin Salman era recibido con alfombras rojas en Londres, Paris o Washington, que importaban las leyes, las garantías legales y los derechos humanos si el perpetrador es uno de esos amigos canallas repleto de dinero. Era un flash que recuerda al cortejo de Tony Blair y Sarkozi con Gadafi. Ahora son Theresa Mai, Kushner, el yerno de Trump y Macron los que cortejan al Príncipe saudí. Parece que nuestros lideres son muy faciles de comprar. En España tenemos el caso del Rey borbón Juan Carlos enriquecido con sus tratos con sus colegas arabes.

Un caso paradigmatico de lo que hablamos es el del gobierno ingles, donde la familia Saud ha encontrado un fiel mayordomo eso si, muy bien renumerado. Ryad ha inundado en los últimos años a Londrés con miles de millones de dolares en compra de armas e inversiones en la City. Hay varias investigaciones en curso si los tratos se hicieron dentro de la legalidad o hubo algun tipo de abuso privado. De cualquier manera Londres sabe que tiene que hacer el trabajo sucio por el que ha sido pagado. Además de entregar armas y asesorar a los militares saudíes en la brutal guerra del Yemen, está liderando una campaña en Naciones Unidas a favor de Arabia Saudi. Empezó intentando limpiar la suciedad de los latigazos, ejecuciones y demas horrorosidades en los comites y asambleas que velan por el cumplimiento de los derechos humanos. Después en una pieza digna del teatro del absurdo propuso una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas premiando a Ryad y Dubai por comprometerse a dar fondos para aliviar la crisis humanitaria que ellos mismos estaban creando con sus bombas en Yemen . Lo último ha sido presentar una resolución en el Consejo de Seguridad contra Iran acusandole de entregar misiles a los huzíes. La resolución bien recibida por Estados Unidos no aportaba ninguna prueba y tenía un tufillo a las falsificaciones de Bush y Blair que llevaron a la guerra de Iraq. Mohammed Bin Salman pretende salir del atolladero del Yemen convirtiendo el conflicto todavía local en uno de caracter regional con Iran como objetivo. Trata con gasolina un fuego. El veto de Rusia un actor cada vez más importante en oriente Medio ha detenido al menos por un tiempo el juego macabro.

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A principios de abril 14 civiles la mayoría mujeres y niños murieron afuera de sus viviendas en las cercanías de al Hodeidah. La causa un ataque con misiles desde aviones militares. El impacto directo en sus cuerpos fue tan brutal que solo dos de los cadaveres pudieron ser identificados. Trabajadores del sistema de salud dijeron a los periodistas que en el momento del ataque no había ninguna operacion militar en las cercanías.

Los que sigan las noticias sobre la guerra de Yemen saben que este crimen no es un hecho aislado. Incidentes como este se han sido reportados un día si un día no. Ataques a mercados, funerales, bodas, escuelas, hospitales y otros centros civiles ( fabricas de electricidad, depositos y depuradoras de agua, almacenes de alimentos) han sido denunciados por Amnistía Internacional o Human Rights Watch de ser objetivos militares de la coalición. Esta ultima denunció a Arabia Saudí de utilizar armamentos prohibidos como las bombas de racimo. Un crimen de guerra.

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Yemen Data Project, una organización con sede en Gran Bretaña que sigue los ataques aereos contra Yemen , ha reportado que ha habido un promedio de 474 ataques areros mensuales desde que comenzo la guerra. Pero lo que es más importante: solo un tercio de ellos tenían objetivos militares. Estan seguro que uno de cada tres ataques tienen objetivos civiles. Naciones Unidas ha acusado a la coalición de ser responsable de la mayor parte de los más de 13.000 civiles muertos violentamente en la guerra.

Los saudíes han perseguido una campaña de ataque sistematico contra la población civil como un objetivo de guerra. Esta castigando a los civiles por su apoyo a la resistencia contra la ocupación. La prueba es que los saudíes siguen bloqueando la entrega de alimentos, fuel y medicinas a la población civil. Es una estrategia militar anterior a una época en que la humanidad no se había comprometido legalmente con los derechos humanos de la población civil.

Esta estrategia esta teniendo unas consecuencias devastadoras. El 60% de los yemeníes pasan hambre; el país todavía no ha erradicado totalmente una epidemia de colera que ha matado al menos a 2000 personas y otra de difteria. La escasez de fuel golpea la producción agricola dependiente de profundos pozos de agua, la escasez de alimentos dispara los precios. La economía esta colapsada. El sistema de salud en títeres.

UNICEF ha denunciado que 5 niños al día han sido matados o heridos desde que empezó la guerra; practicamente todos los niños en Yemen necesitan algun tipo de ayuda humanitaria; la mayor parte de las escuelas estan sin funcionar y el acceso a los pocos centros de salud que aun funcionan es difícil.

En esta situación dantesca el Consejo de Seguridad ha guardado un vergonzoso silencio. Es dificil de asimilar que en una situación en que Naciones Unidas mismas califica como “la mayor crisis humanitaria del mundo”, Mark Lowcock el responsable de Asuntos Humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha llegado a decir que Yemen vive una situación “muy parecida al apocalipsis”, no hayan aprobado ninguna resolución llamanado a parar los bombardeos y el bloqueo de alimentos y medicinas para proteger y salvar las vidas de la población civil. La explicación parece obvia ¿Cómo Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia que estan haciendo negocios con la guerra y son complices de los crimenes van a tirar piedras sobre su propio tejado?

Uno todavía tiene en la memoria la resolución sobre Libia aprobando una intervención militar contra Gadafi para proteger a la población civil; el alboroto de los “humanistas” a favor de la intervención que ahora no reclaman para Yemen. La situación humanitaria en Libia ni de lejos estaba tan deteriorada como la que esta hoy en Yemen. El griterío de Samantha Power, la rídicula ex-embajadora de Estados Unidos en la ONU. Kenneth Roth, el director ejecutivo de Human Rigths Watch publicando un articulo en la web de su organización felicitando a la OTAN por su acción militar para “proteger a los civiles de la ira de Gadafi”. Amnistía Internacional llamando al Consejo de Seguridad de la ONU a actuar para proteger a civiles. ¿ Porqué no llaman a hacer lo mismo contra Mohammed bin Salman en Yemen?

La primera semana de abril, la misma semana que las 14 mujeres y niños eran asesinadas en Hodeidha la ONU se reunían en Ginebra con representantes de los estados para pedir dinero para financiar la ayuda humanitaria que la guerra estaba creando en Yemen. Unos días antes el Secretario General de la ONU Antonio Guterres se había fotografiado ufano recibiendo un cheque firmado por Ryad y Dubai por un valor de 930 millones de dólares. Un tercio de lo que la ONU pedía en la conferencia. La cantidad rompía record entre las donaciones humanitarias. Es lo que ha quedado de la doctrina de la Intervención Humanitaria. Un instrumento de los estados poderodos con la cual obtener licencia para matar por la mañana si pagas la morge por la noche.

Noam Chomsky ha analizado el uso de la doctrina de la intervención humanitaria por Estados Unidos desde su intervencion militar en Panama en 1989. Su conclusión ha sido que su propuesta era legitimar intervenciones ilegales, los objetivos de defender los derechos humanos habían sido una coartada para la intervención. El caso del Yemen le da la razón. Estados Unidos y sus aliados con su intervención militar son ellos mismos los que estan profanando los derechos humanos; y claro ¿ como van a intervenir contra ellos mismos? En realidad a occidente nunca le ha interesado proteger a civiles con su política exterior. Son otros intereses mas mezquinos lo que les mueve como vemos una y otra vez.

Este articulo ha sido publicado en la revista EL VIEJO TOPO. Esta es una version actualizada

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