La Guerra de Yemen en Tiempos de Trump

Rise of the Houthis
Mark Aguirre
El primer ataque militar ordenado por Trump ha sido contra un pobre y pequeño pueblo de campesinos escondido entre las grises montañas del centro del Yemen.
A finales de enero tropas de elite del ejército de Estados Unidos atacaron al Ghayil, en la provincia de al-Bayda. Qassim al Rimi, el líder de Al-Qaeda en la Península Arábiga, supuesto objetivo del ataque, se había esfumado horas antes –dijeron que había habido un chivatazo–. En el ataque, los soldados asustados por la resistencia masacraron a la población de la pequeña aldea. Además de destruir 12 casas y exterminar los burros y ovejas de la comunidad murieron asesinados seis mujeres y 10 niños menores de 13 años. Se desconoce el numero de combatientes que murieron en la refriega pero se sabe de la muerte de un oficial estadounidense y que uno de los helicópteros usados en la operación fue destruido. No sé sí será una premonición, pero el primer ataque ordenado para hacer grande a America otra vez fue un auténtico desastre1.

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La población de al-Ghayil pertenece mayoritariamente a la tribu Qayfa. En Yemen la mayoría de las veces los hombres tribales no se alinean en términos territoriales sino sanguíneos. Los jeques de esta tribu –al-Bayda está dividida y es un frente de guerra– tienen relaciones con los saudíes; una relación sellada por el dinero. Esta tribu pelea en la guerra de Yemen al lado del depuesto Presidente Hadi y de los Estados Unidos. Estos hombres tribales reciben como combatientes de la coalición un salario mensual que los saudíes pagan, aun sabiendo que Qassim al Rimi, el líder de Al-Qaeda en Arabia Saudí –la organización de Al-Qaeda en Yemen y Arabia Saudí, están unidas–, está protegido por ellos. Mientras los saudíes les pagan, sus aliados de Estados Unidos los atacan. El caos de la política en Oriente Medio está por todos lados. Un caos que aunque parezca paradójico tiene su lógica.

Está documentado que Al-Qaeda ha sido un instrumento de Estados Unidos y Arabia Saudí, aunque obviamente no se reduce solo a ello. La usan a escondidas de su población porque saben que esta no aceptaría que apoyaran de alguna manera a grupos terroristas que luego atentan contra sus ciudades. Pero Washington, Ryad y otros gobiernos vienen aprovechándose desde hace décadas de estos grupos de jóvenes radicalizados. El nacionalismo árabe laico, enemigo histórico del Islam político, es también enemigo de las grandes compañías privadas petroleras occidentales que tienen a sus gobiernos en su nómina. Este doble juego entre policías y terroristas, basado en intereses comunes a corto plazo pero a la larga difícil de manejar, ha empezado a pasar factura en forma de ataques terroristas a ciudades y aviones de Europa y Estados Unidos.

Yemen llegó a mandar oficialmente a Afganistán a 3.000 guerrilleros reclutados en mezquitas o madrasas para luchar contra los soviéticos de manera organizada por la CIA; combatientes que usó después el Presidente Saleh contra los socialistas del sur. Luego fueron dos mil islamistas a la guerra de Iraq, la mayoría a luchar junto al líder de Al-Qaeda Abu Musab al-Zarqawi, cuya estrategia era enfrentar a los sunitas con los chiítas. Estrategia también usada por las fuerzas ocupantes. Estos combatientes, financiados por los saudíes y qataríes, a su regreso constituyeron los cimientos que han formado Al-Qaeda en Yemen. Hubo cierta continuidad porque lograron entenderse entre las diferentes generaciones y fundaron en el año 2009 la organización Al-Qaeda en la Península Arábiga.

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La guerra actual del Yemen, que lleva ya más de dos años, empezó con dos ataques de ISIS en Sanaa: el asesinato del periodista defensor de los derechos humanos Abdulkarim al-Jaiwani y el ataque suicida a dos mezquitas zaydíes cuando estaban repletas de feligreses. Fue un salto en la historia de los rebeldes salafistas en Yemen. Hasta ese momento habían atacado a objetivos colonialistas: el Cole de la marina estadounidense, instalaciones petroleras, turistas. Ha sido la primera vez y la última que ISIS se ha responsabilizado públicamente de atentados dirigidos contra civiles yemenitas, aunque se sabe que el Estado Islámico está operando en Taiz y Aden. Este terrorismo contra la población apareció cuando los intereses del Estado saudí lo requerían. Pero no son solo los saudíes quienes lo dirigen. Una y otra vez diferentes servicios de inteligencia acuden al terrorismo en la región cuando sus gobiernos no pueden conseguir sus objetivos con la diplomacia o la guerra convirtiendo al terrorismo en la tercera pata de su política. Para estos gobiernos los grupos “terroristas” a los que manipulan son la continuación de la política por otros medios. Por eso los saudíes protegen al líder de Al-Qaeda en Yemen. Pueden necesitarlo en el futuro si su guerra contra Yemen fracasa.

El caso en Londres de Bherlin Gildo, acusado de terrorista, es una muestra elocuente de lo que estamos hablando. Los fiscales abandonaron el caso cuando los abogados del acusado demostraron que la inteligencia británica había armado y asesorando al grupo en que militaba el acusado. El grupo armado estaba activo en Inglaterra y Siria. En el juicio los abogados preguntaron al juez si se podía mandar a alguien a la cárcel por seguir la política del gobierno. ¿No debía ir entonces también el gobierno a la cárcel?, preguntaron al juez2. Los fiscales, avergonzados, retiraron el caso. No es el único. En documentos desclasificados de la inteligencia estadounidense escritos en 2012 se da la bienvenida a “usar” a los salafistas (la corriente puritana wahabista del Islam saudí que siguen el ISIS y Al-Qaeda) en Siria e Iraq3.

The Economist publicó recientemente un articulo sobre Yemen en el que documentaba cómo Al-Qaeda se ha ido fortaleciendo en los dos últimos años gracias a la política de guerra saudí, una política que cuenta con el apoyo de Washington y Londres. Según el artículo, Al-Qaeda en Yemen es más poderosa que nunca4. Periodistas que han visitado el sur del país dicen que las banderas de Al-Qaeda y las independentistas son mas visibles que las del gobierno del Presidente depuesto Hadi, él mismo nativo del sur. Viendo el resultado sobre el terreno, los ataques de los drones o las operaciones especiales militares que han causado la muerte a cientos de civiles durante la administración Obama y que continúa Trump parecen operaciones militares dedicadas al consumo interno: aparentar que se hace algo contra Al-Qaeda, más que operaciones militares bien concebidas para debilitarla.

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Hay varias razones para este éxito de Al-Qaeda. Una de ellas es que las tribus que luchan contra el gobierno huzí-Saleh, sobre todo del sur del país, como la tribu Qaifa, ven a los militantes de Al-Qaeda como sus aliados. Es importante para Al-Qaeda dado el carácter tribal de la sociedad yemení. Sin el consentimiento de las tribus ninguna organización puede moverse libremente y prosperar. Pero hay otras razones reveladoras de lo que venimos diciendo. Un estudio hecho sobre los objetivos de los bombardeos aéreos de la coalición –realizados por aviones saudíes pero asesorados por militares ingleses o estadounidenses– muestra que ninguno de ellos, y son cientos las salidas documentadas de sus aviones, ha sido dirigido directamente contra Al-Qaeda a pesar de que llegó a controlar Mukalla, el segundo puerto más importante del Océano Indico después de Aden, durante un año4. The New York Times informó incluso que Al-Qaeda gestionaba los ingresos del petróleo de Hadramout en nombre del Presidente depuesto Hadi5. Cuando los saudíes permitieron a regañadientes –Estados Unidos estaba en una posición difícil cuando el The New York Times publicó la noticia– a soldados de la coalición de Emiratos Arabes Unidos sacar a los guerrilleros islámicos de la ciudad, Ryad solo lo autorizó con la condición de que se dejara escapar a los guerrilleros de Al-Qaeda hacia los wadis aislados del interior.

¿Porqué al Presidente Trump le gustan los halcones saudíes que apoyan a Al-Qaeda?

Esta política saudí de fortalecer a Al-Qaeda es en cierta manera el reconocimiento de que la guerra contra Yemen está siendo un fracaso. La coalición de los huzíes con Saleh ha demostrado ser más fuerte de lo que se pensaba. La mayoría de los yemeníes la apoyan a pesar del enorme sufrimiento –la agresión saudí está provocando según Naciones Unidas la mayor crisis humanitaria que existe actualmente, el país vive estos meses una epidemia de cólera dantesca que está causando cientos de muertos– porque ven al gobierno huzíes-Saleh como la resistencia de una nación frente a un poder externo. Las empresas de comunicación suelen presentar a los huzíes como un aliado iraní o un Hezbolah en Yemen que amenaza a la seguridad saudí. Pero es pura propaganda para legitimar la venta de armas millonarias a los agresores. Los huzíes tomaron Sanaa contra la opinión de Irán, que le aconsejó no hacerlo. En Yemen no hay tropas iraníes o de Hezbolah, son el ejército nacional y las milicias tribales quienes resisten a los saudíes bajo una política de defender a una nación agredida injustamente.

Los halcones que se han hecho cargo del poder en Ryad, representados por el Príncipe Mohammed bin al Salman, a cargo de la defensa y los ingresos petroleros, pueden dar un paso mayor y mandar al grueso de su ejército a invadir Yemen, pero es una opción cada vez más difícil de realizar por su coste político y económico. Un ataque a Hodeidah, el puerto del Mar Rojo por donde entran al menos el 80% de la comida y las medicinas importadas, llevaría al país al límite y las consecuencias son impredecibles. Este escenario se ha hecho todavía más improbable debido al conflicto entre saudíes y qataríes que está debilitando a la coalición. Doha ha ordenado a sus mercenarios pakistaníes regresar a casa. Los estrategas militares saben que entrar es fácil. Lo difícil es salir y para ello se necesita construir una solución política; cada vez más difícil de lograr. Los hermanos musulmanes, cercanos a Qatar, encuadrados en Yemen en el partido del Islah, apoyaban a Hadi. Ahora es una incógnita lo que van a hacer. En esta situación cualquier acuerdo político precisa incluir a los huzíes y Saleh.

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Arabia Saudí es un vampiro que se alimenta de petróleo. Ha anunciado que quiere diversificar la economía, pero de momento eso solo es un proyecto. El 90% de los ingresos del gobierno vienen del crudo. Del petróleo depende la vida extravagante de la masiva familia al-Saud, los salarios de dos tercios de los trabajadores saudíes y todo el entramado de política exterior de injerencia e intervención en asuntos ajenos. El gasto militar ha representado el 13% del PNB durante los últimos seis años. Arabia Saudí se ha convertido en el mayor comprador de armas per capita del mundo. El mejor cliente de Inglaterra y Estados Unidos. Pero también ha financiado, gastando miles de millones de dólares, el wahabismo, principal instrumento ideológico de la expansión saudí, y se ha gastado otro tanto para comprar a las empresas de comunicación que informan sobre Arabia Saudí. Ante tantos gastos su superdependencia petrolera hace que cualquier turbulencia en el mercado de petróleo sea vital para sus intereses. Ryad necesita intervenir en él si no quiere ser afectada fatalmente por cualquier crisis.

Los halcones saudíes necesitan a Estados Unidos para ello. En su guerra contra Yemen dependen de ellos para mover sus aviones, municiones, entrenamiento, refueling en vuelo y proteger las fronteras. Uno de las últimas medidas de Obama –hay una oposición creciente en el Congreso a vender armas a los saudíes– había sido bloquear una entrega de munición de precisión por su preocupación con los ataques a objetivos civiles. Hay más de 12 mil muertos, la mayoría civiles, a causa de ellos. Una prohibición que Trump levantó rápidamente.

El Presidente Trump está haciendo más caso a los militares que Obama cuando se trata de política de seguridad nacional. Esto significa menos diplomacia y más bombas, incrementando el riesgo de una guerra total en la región. De momento sigue la política de Obama de drones y operaciones especiales, aunque se han intensificado. Hay quien piensa que dada la relación que el Presidente Trump está creando con el Principe Salman los Estados Unidos podrían atacar directamente a los huzíes. Sí esto ocurre el conflicto quedará fuera de control, pudiendo convertirse en el primer enfrentamiento directo entre iraníes y saudíes en una guerra generalizada.

En su viaje a Ryad –era su puesta de largo diplomática– Trump anunció una venta de armas por valor de 110 mil millones de dólares. Hubo más contratos económicos, cerca de 270 mil millones de dólares, entre ellos uno con Exxon Mobil. En su visita Trump se hizo acompañar de Rex W. Tillerson, su Secretario de Estado. Tillerson es gran amigo de los saudíes debido a que es un hombre del petróleo. Durante décadas fue el jefe ejecutivo de Exxon Mobil. Tillerson conoce bien la región. El problema es que la conoce desde la óptica de los intereses de las compañías petroleras. Al nombrarlo, Trump se había comportado como el sirviente de los intereses petroleros, que en realidad es lo que ha demostrado al sacar a Estados Unidos del acuerdo climático de París. Los intereses petroleros son parte de su coalición reaccionaria.

¿Para qué quieren los saudíes una Al-Qaeda fuerte en el sur de Yemen?

A finales de mayo un barco petrolero, el MT MUSKIE, con bandera de Estados, Unidos fue atacado en el estrecho de Bab al Mandab. La Fuerza Naval de la Unión Europea dijo que los atacantes dispararon granadas propulsadas por cohetes antes de llevar a cabo su asalto al buque. Los saudíes acusaron inmediatamente a los huzíes del incidente, pero el presidente del Comité Supremo Revolucionario de Yemen, Mohamad Ali al-Houzi negó toda responsabilidad de sus soldados y acusó a Arabia Saudí de fabricar el incidente.

El estrecho de Bab al Mandab, donde acaba el mar Rojo al sur del Yemen, es uno de los siete mayores embudos de transporte energético en el mundo. Pasan cada día 3,8 millones de barriles de petróleo y el equivalente a 0,5-1 millón de barriles de gas natural. Un bloqueo significaría un repunte inmediato del precio del petróleo, algo muy beneficiosos para los saudíes, quienes se encuentran en aprietos financieros. El precio del barril del petróleo saudí es muy competitivo, está por debajo de los 10 dólares. Cualquier aumento del precio del barril es muy lucrativo.

Un bloqueo del estrecho de Bab al Mandab tendría efecto en los precios, pero afectaría muy levemente a las exportaciones petroleras saudíes, a diferencia de lo que ocurriría con las de Irán y otros países del golfo. Eso ayuda a entender, al menos parcialmente, las diferencias existentes entre Arabia Saudi y otros estados del Golfo Pérsico. Un conflicto que afecta también al futuro de Yemen del Sur. Mientras la Unión de Emiratos Árabes apuesta por un Yemen del Sur independiente, Ryad estaría tentado de apoyar una división del territorio en sultanatos gobernado a la vieja manera colonial inglesa, territorio fértil para las disputas y la inestabilidad. Emiratos Árabes Unidos ha desplegado miles de tropas en el sur a diferencia de los saudíes; han entrenado a 30 mil yemeníes como soldados de un ejército estatal; y han invertido 2 mil millones de dólares en proyectos para revivir la economía. Incluso ha llegado a participar en operaciones contra Al-Qaeda junto a las fuerzas especiales de Estados Unidos7.

Los saudíes necesitan menos el paso por el estrecho que otros países del Golfo, porque el oleoducto saudí que une el este y oeste de Arabia, el Golfo con el Mar Rojo, atravesando la Península Arábiga, ha empezado a ser operativo. Los grandes pozos petroleros saudíes están en zonas chiítas del Golfo Pérsico. Arabia solo necesitaría para exportar el grueso de su petróleo que los estrechos de Ormuz y Bab al Mandab estuviesen abiertos. Podría embarcarlo en sus puertos del Mar Rojo. Pero sigue necesitando el paso de sus tanques petroleros por el canal de Suez. La buena amistad con Egipto es vital para sus intereses. Por eso cultiva sus relaciones con el Mariscal de Campo al-Sissi atacando a los Hermanos Musulmanes, que están apoyados por Qatar. El desarrollo de la guerra de Siria está siendo una mala noticia para Ryad. El Presidente Bashar al-Assad parece estar ganándola, cerrando la salida de petróleo saudí a Europa por oleoducto vía Turquía o en barcos desde el puerto de Lattakia. La crisis con Qatar puede ser interpretada en esta clave. Su acercamiento a Irán podría facilitarle un futuro entendimiento con Siria, asegurándose el envío del gas –Qatar tiene cuantiosas reservas– a Europa a través de su territorio. Egipto está cerrando el canal de Suez a sus barcos por su apoyo a los Hermanos Musulmanes.

La política militarista saudí –la nueva generación macho rehusa establecer compromisos– busca controlar por la fuerza las salidas del petróleo en la región. Un objetivo estratégico por su alta dependencia de los ingresos petroleros. Es una de las razones que explican la guerra del Yemen y su apoyo a ISIS en Iraq y Siria. Los guerrilleros islamistas pueden dañar cualquier oleoducto que atravesando Iraq y Siria llegase a Europa o al Mediterráneo, incidiendo en el precio y perjudicando a sus adversarios. En su frontera sur un gobierno de los huzíes protegería el paso a través Bab al Mandab de los barcos de Irán y de otros países del Golfo que exportan millones de barriles cada mes por el estrecho. Esa es la razón del porqué Ryad necesita un Yemen bajo su control, o si fracasa una Al-Qaeda fuerte en el sur del Yemen. Es una política de piratas pero esa es la historia de la familia beduina de los al-Saud. ¿No están saqueando en su propio provecho el petróleo de su pueblo?

Notas

Ver “Death in Al Ghayil”, Iona Craig, The Intercept.
1“Terror trial collapse after fears of deep embarrassment to security services”, The 2Guardian, Monday 1 june 2017.
3“Now the truth emerges: how the US fueled the rise of ISIS in Syria and Iraq”, The Guardian, june 6
4“In its third year of war, Yemen risk fragmentation”, The Economist Apr 27th 2017.
5Ver “What is happening in Yemen and how are Saudi Arabia´s airstrikes affecting civilian”, The Guardian, The Date Yemen Project.
6“Yemeni Bankers Get in Troubles Over a costumer, Al Qaeda”, The New York Times. Nov 15 2016.
7Ver el articulo citado de The Economist.

 

Este articulo ha sido publicado en la revista el El Viejo Topo en el númer de julio-agosto 2017 l

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La indignante reclamación de Estados Unidos a Camboya

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Durante la guerra de Vietnam, Camboya fue bombardeada (1965-1973) secreta e ilegalmente por los B-52. Decenas de miles de personas fueron asesinadas, cientos de comunidades campesinas destruidas, hasta dos millones de campesinos se refugiaron en la capital Phnom Penh huyendo de las bombas. Ahora los verdugos quieren que las víctimas paguen los gastos humanitarios ocasionados por su agresión imperialista.

Parece un cuento del genero del subrealismo trágico o de novela negra subrealista, no se si existen, pero William Heidt, el embajador de los Estados Unidos en Camboya, ha pedido al gobierno camboyano la devolución con intereses de un crédito que Estados Unidos concedió a uno de sus gobiernos títeres en la región durante aquella época, un gobierno que había llegado al poder en un golpe organizado por los propios Estados Unidos.

El gobierno del general Lon Nol pidió el crédito para hacer frente a la crisis humanitaria creada por las bombas lanzadas desde los mortíferos B-52. Ninguno de los gobiernos que han seguido ha aceptado la deuda. La han considerado ilegitima. Ni tan siquiera cuando Camboya se dotó de un gobierno elegido en las urnas al final de su guerra civil en el último decenio del siglo XX cuando los Jemeres Rojos fueron definitivamente derrotados y Camboya se integró cabalmente en la Comunidad Internacional.

Los camboyanos consideran que la deuda fue contraída por un gobierno ilegal e ilegitimo que había derrocado en 1970 mediante un golpe de Estado al Rey Norodom Sihanouk. El monarca había mantenido contra viento y marea neutral a Camboya en la guerra de Vietnam. El crédito fue concedido después de que el nuevo gobierno golpista, contra el deseo mayoritario de los camboyanos, se pusiera al lado de Estados Unidos contra Hanoi; ascendió a 274 millones de dólares y fue utilizado en su mayor parte para alimentar y vestir a los campesinos refugiados en la capital de los bombardeos estadounidenses y otra parte para comprar armas. Por eso los camboyanos consideran la reclamación americana ilegitima e inmoral.

Los bombardeos habían iniciado en 1965 para acabar con el suministro de armas al Vietcong a través de la ruta Ho Chi Minh, pero en 1969 el Presidente Nixon y su secretario de Estado Kissinger mandaron sembrar de bombas a Camboya. Como criminales que esperan la noche exigieron al Pentágono hacerlo de manera secreta. Era una orden ilegal porque el Congreso tenía que aprobar la declaración de guerra, algo que nunca sucedió. Fue uno de los motivos -la opinión pública se enteró en 1973- que ayudaron al hundimiento de Nixon. Según el Centro de Estudios del Genocidio de la Universidad de Yale cayeron 2.756.941 toneladas de bombas, en 230.516 salidas, a 113.716 lugares entre ellos 13 mil pueblos. Una cantidad mucho mayor que en todo Japón, incluida las bombas nucleares, durante toda la segunda guerra mundial. Los muertos podrían ser mucho más que los 150 mil aceptados. Peter Maguire un profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York habla de 500 mil. Todavía a principio de este año una comunidad fue desplazada para remover varias bombas no explotadas. Niños siguen muriendo de bombas de racimo que encuentran en el bosque cuando acompañan a su madre a coger leña.

De cualquier manera las bombas masivas -Trump se niega a aprender la lección- no impidieron que los marines tuvieran que salir corriendo de Camboya en 1975 cuando Lon Nol fue derrotado por guerrilleros de los Jemeres Rojos. Una derrota que los generales que sueñan con hacer grande America otra vez les cuesta digerir. Es como si Estados Unidos todavía tuviera clavada su derrota en Vietnam como un aguijón. Una herida reabierta con la llegada a la casa blanca de Trump que sueña con borrar en el imaginario patriótico la amarga derrota en Indochina.

El pedido del embajador ha indignado a los camboyanos. El reclamo de la deuda lo ven como un símbolo de que Estados Unidos no tiene ningún remordimiento por sus crímenes de guerra cometidos y que están dispuestos a intervenir de nuevo agresivamente cuando lo crean oportuno. Los Estados Unidos quieren que Camboya le pague el doble del préstamo concedido aduciendo los intereses. Esta pidiendo 506 millones de dólares a los camboyanos de una deuda original de 274 millones.

La mayoría de los camboyanos creen que debería ser al revés. Los que sufrieron la carnicería deberían ser compensados por los carniceros. Los camboyanos sufren la misma lógica de matón que el Presidente Trump usa con los mexicanos: quiere que paguen bajo amenazas el muro construido por Estados Unidos en su propio beneficio; o el reclamo a Iraq de que pague la invasión americana que destruyó el país con su propio petróleo. Trump actúa como lo que ha sido en sus negocios de casinos: un ganster. Esta convirtiendo la política del cowboy matón en la nueva “doctrina” de política exterior en Estados Unidos, al menos con los débiles. LLegar a “acuerdos” sin importar las leyes o imperativos morales bajo la amenaza de los puños metálicos. Puro y simple militarismo hueco.

Camboya hace apenas una década era uno de los países más pobres del mundo. El año pasado el FMI lo subió de categoría dándole el estatus de país de bajo-medio ingreso. Camboya había quedado al margen del milagro económico regional debido a la guerra a la que había contribuido Estados Unidos. Washington había apoyado a Pol Pot durante años -no le había importado para nada que un tercio de la población muriera bajo su régimen- en su juego de ajedrez contra la Unión Soviética cuando Tailandia o Malasia conocían su despegue económico. Ahora el juego de ajedrez de Washington es contra Beijing. Camboya empieza a ser alguien económicamente y China puede ser la más beneficiada. Camboya ha sido un aliado tradicional suyo. En los últimos años China ha incrementado considerablemente sus inversiones y préstamos en el país. El año pasado condonó la deuda camboyana incluida la contraída por Camboya durante los tiempos de Kampuchea Democrática; un período en que China concedió importantes prestamos al régimen de Pol Pot.

William Heidt, el embajador estadounidense, pidió el pago de la deuda después de que Camboya suspendiera unas maniobras militares conjuntas con Estados Unidos. En la rueda de prensa recordó a los camboyanos que no pagar la deuda será un obstáculo a su desarrollo porque dificulta la capacidad de conseguir prestamos en el mercado internacional de crédito. ¿Quiere Estados Unidos poner obstáculos entre Camboya y China dificultando el desarrollo de Camboya?

Este articulo ha sido publicado en EL VIEJO TOPO http://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-indignante-reclamacion-estados-unidos-camboya/

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Yemen: la guerra de la vergüenza

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Hace dos años que Arabia Saudí empezó a bombardear sistemáticamente el Yemen con la ayuda de Estados Unidos y Gran Bretaña. El Presidente yemení Abdu Rabbu Mansour Hadi –el hombre de Riad y Washington en Sanaa– había sido depuesto por una alianza entre los huzíes y el ex-Presidente Saleh y querían reinstalarlo.

La crisis era una disputa local por el poder y no una lucha entre Riad y Teherán por el control del Yemen como acostumbran a presentar. Pero era una buena oportunidad para hacer un lucrativo negocio vendiendo armas “ayudando” a su mejor aliado en la región. Los saudíes consideran a Yemen su patio trasero y están llenos de dólares. Una guerra inmoral e injusta que hacen todo lo posible por ocultar a los ojos de la opinión pública.

De cualquier forma las bombas no están consiguiendo su objetivo, al menos en el campo de batalla. A pesar de la destrucción y el sufrimiento que están trayendo, los yemeníes han sostenido al gobierno huzíe-saleh durante estos dos años. Los saudíes, furiosos, iniciaron una invasión terrestre con ayuda del Emir de Dubai a la vez que bloqueaban por mar, tierra y aire las fronteras del Yemen. Querían dar un castigo ejemplar a la pobre pero digna población yemení.

Las bombas han destruido la infraestructura del país; al menos 12 mil personas han muerto, la mayoría civiles, a causa de las mismas; y se calcula entre tres y cuatro millones los desplazados por el conflicto. Hay que recordar que Yemen es el país más pobre del mundo árabe. Un país que importaba antes de la guerra la mayor parte de la comida, la gasolina y medicamentos que consumía.

Pero dos años de guerra están mostrando que los saudíes son incapaces de derrotar militarmente a sus enemigos. Lo que que iba a ser un paseo militar para sacar a los huzíes de Sanaa se está convirtiendo, según Naciones Unidas, en la mayor catástrofe mundial humanitaria. Las tropas invasoras están estancadas desde hace más de un año en los frentes de Taíz, Mareb y al-Beida, incapaces de ganar territorio sustancial a la alianza nacionalista huzíe-saleh, que controla las áreas más pobladas y cuenta con el apoyo de las tribus más poderosas. Los saudíes están dilapidando su dinero petrolero en una época de bajos ingresos sin conseguir otra cosa que aumentar la rentabilidad de los accionistas de las compañías que fabrican armas.

El príncipe Mohammed bin Salman, el inexperto y mimado hijo del rey Salman, convertido en ministro de defensa y a cargo también de los ingresos petroleros, apostó su futuro político a la guerra del Yemen. Incapaz de ganarla en el campo de batalla está cambiando de estrategia, apretando la soga del bloqueo hasta el punto de sofocar al Yemen. Cree que la catástrofe humanitaria que está creando obligará a los huzíes a negociar y aceptarán salir de Sanaa, salvando de esta manera su cara y su carrera política.

Las últimas masacres saudíes son parte de esta nueva estrategia criminal de forzar tanto como sea posible el bloqueo. Hace un par de semanas al menos 16 civiles fueron asesinados por bombas lanzadas desde aviones en un mercado de Qat en Joja, un puerto de pescadores en el mar Rojo, donde acostumbran a llegan barcos desde Eritrea. Días después, el jueves 16 de abril, 42 refugiados somalíes –entre ellos mujeres y niños– que regresaban a Somalia con el visto bueno de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) murieron acribillados por disparos de un helicóptero Apache. Debieron confundir la embarcación al estar próxima a Hudaydah, el puerto más importante yemení en el mar Rojo, que sigue en manos de los huzíes. El 80% de las importaciones entran por él en una coyuntura en la que el 90% de la comida es importada. Rusia, que sigue ganando peso en la región después de su exitosa presencia militar en Siria, ha advertido a Riad de las consecuencia que tendría un ataque al puerto.

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Asfixiar a Yemen es una apuesta muy arriesgada, porque la región, en términos geopolíticos, no es lo que era hace dos años, y no es fácil que un crimen de guerra y contra la humanidad de esa naturaleza sea aceptado sin que nada ocurra. Tanto Irán como Hezbollah ayudarían a los yemeníes, si estos se lo pidiesen, para evitar una catástrofe humanitaria de esa envergadura. Hasta ahora la única evidencia de su implicación en la guerra es el envío de cargamentos de armas pequeñas y la ayuda de expertos en el programa de misiles. Su participación en la guerra cambiaría su dinámica, llevándola a territorio desconocido.

La situación es ya alarmante por el impacto que la nueva estrategia saudí está teniendo entre la población. Naciones Unidas empieza a hablar de que la situación humanitaria está llegando a un punto de no retorno. Se calcula que de los 27,5 millones de habitantes que tiene Yemen, 17 sufren un estado de inseguridad alimentaria y 7 viven una situación de emergencia alimentaria. Unas cifras que se han duplicado en los últimos cuatro meses.

El príncipe Mohamamed bin Salman viajó recientemente a Washington para reunirse con el presidente Trump. La nueva administración tiene que decidir si reasume las ventas –de miles de millones de dólares– de armas de Obama a los saudíes. Conociendo el militarismo de la nueva administración es muy probable que las ventas continúen. El Reino se ha convertido en el mejor comprador de armas estadounidenses. Por algo Arabia Saudí no esta en la lista de países musulmanes “malditos” a los que Trump quiere castigar con la nueva política de visados, a pesar de la tremenda participación de saudíes en el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Por cierto el Rey Felipe VI viajó recientemente a Riad a apoyar su bloqueo vendiendo barcos militares. Los del PP, PSOE y C’s le respaldaron en el parlamento. Los capitalistas españoles también quieren hacer negocio ayudando a forjar la mayor crisis humanitaria. Luego vendrá el hipócrita rasgo de vestiduras.

Activistas de derechos humanos han advertido que si la guerra no se para ahora y occidente no deja de vender armas a los saudíes la comunidad internacional estará marcada por la vergüenza durante años. Millones de personas, entre ellos niños y mujeres, están amenazados de morir de hambre en los próximos meses si no se para de una vez esta guerra de la vergüenza. No al negocio de dinero por sangre.

Este articulo h sido publicado en http://www.elviejotopo.com/topoexpress/yemen-la-guerra-la-verguenza/

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La derecha radical se hace cargo de Estados Unidos

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Gore Vidal en una entrevista en el año 2009 pronosticó que la aventura de Estados Unidos en Afganistán sería el fin del Imperio. En aquellos años cuando nadie cuestionaba el poder de Washington escuchar algo así parecía provocador. Pero ahora suena diferente. Por algo Gore Vidal ha sido uno de los intelectuales estadounidense más lucidos de la segunda mitad del siglo XX. No ha pasado una década desde entonces y la decadencia imperial ha empezado a tomar forma de manera brutal y peligrosa. ¿Qué significa sino el Presidente Donald Trump?

Trump no es el comienzo de una república nueva sino el fin de un Imperio; el producto de una democracia secuestrada por los intereses especiales de billonarios, militares y corporaciones. ¿No ha formado su gobierno con ricos de Wall Street como Steven Mnuchin o Wilbur Ross, generales como Jim Mattis, el Perro Rabioso ó CEOs como Rex Tillerson de Exxon Mobil defensor del uso de combustibles fósiles?

Trump no es la enfermedad. Es el síntoma brutal de un cáncer que corroe desde dentro al sistema económico y social de los Estados Unidos. Puede echar la culpa a los de afuera, a los mexicanos, a los musulmanes a los chinos. No importa. El enemigo esta dentro.

Bastará algunos datos para darse cuenta de que en el país algo profundo no funciona. Familias sin suficiente comida. Condados sin médicos. Uno de cuatro hombres negros conocerá la cárcel. 43 millones viven en la pobreza. 28 millones de ciudadanos no tienen seguro médico. (antes de revocar Obamacare). Estados Unidos tiene la mayor tasa de mortalidad infantil en el mundo industrializado. En los últimos 15 años las corporaciones multinacionales han cerrado 60 mil fábricas y movidos millones de empleos con buenos salarios al extranjero en busca de salarios de miseria o lugares donde no pagar impuestos o poder contaminar libremente. Cientos de empleados de Wallmart dependen de la asistencia pública para llegar a final de mes por sus bajos salarios. La economía creció pero la clase media y los pobres siguieron con Obama consiguiendo un trozo del pastel menor que antes y los ricos aumentando su riqueza.

Trump en su narrativa de “América Primero” supo explotar el odio acumulado contra las elites por la clase obrera blanca abandonada a su suerte por los demócratas. Las corporaciones los habían sacrificado en la hoguera del desempleo para aumentar escandalosamente sus beneficios y los salarios de los CEOs. Las encuestas mostraron que muchos que votaron por él lo hacían por no votar a Clinton que la asociaban con Wall Street y las corporaciones sin mirar más allá de sus sentimientos. Los que leen las novelas de William Faulkner en las que cuenta como los sureños sobrevivieron a su derrota en la guerra civil lo entenderán. Estamos hablando del manicomio en que se han convertido los Estados Unidos donde los ciudadanos eligen como Presidente a un billonario que pertenece a la misma familia de la que se quieren deshacer. Sólo se puede explicar, porque han asimilado las formas imperiales de pensar. Se han convertido en trabajadores dóciles y fieles consumidores. Ven a Trump como uno de ellos que, gracias a la valía que ellos mismos “supuestamente no tienen”, se ha hecho millonario y hará algo por ellos. No es fácil entenderlo. Posiblemente se deba al lavado de cerebro de FOX y a las nuevas redes sociales de la derecha radical como “Breibart News” donde Stephen Bannon el actual jefe de estrategia de Trump salto a la fama. Lo hizo fabricando historias muchas de ellas falsas que han hecho de los e-mails de Clinton, el aborto, el Islam y las armas el pasatiempo de las comunidades de blancos empobrecidos.

En cierta forma el caso Trump es uno de eso casos de estudio de manual sociológico. Una elección que puede ser interpretada como resultado del miedo existente entre grupos sociales amenazados, que creen perder su estatus social y económico por grupos externos. Trump los reconforta y se afianza entre ellos levantado un muro en la frontera con México, prohibiendo la entrada de musulmanes y organizando redadas en todo el país contra inmigrantes. Cómo si eso resolviera los problemas. Pronto atacará a las comunidades negras. La amenaza de mandar los federales a Chicago es una señal. El populismo de derechas no es nuevo en Estados Unidos. Tiene su propia historia pero nunca había llegado tan lejos.

Ocurrió en los años veintes del siglo XX cuando los negros y otras minorías étnicas y religiosas se convirtieron imaginariamente en el peligro de los hombres blancos, anglosajones y protestantes (WASP) que habían mejorado su estatus social con la increíble bonanza económica de aquello años y se sentían amenazados. Eran los años de la supremacía blanca, el Ku Klux Klan y los valores del WASP como los únicos valores posibles en los Estados Unidos que parece perseguir Trump. Y volvió a ocurrir en los años setenta cuando el capitalismo de postguerra entro en crisis y se estableció la Nueva Derecha como reacción a la amenaza de los nuevos actores sociales, feminismo, derechos civiles, derechos sexuales, de genero, conciencia negra, ecologismo… Un movimiento populista, fundamentalista y conspirativo que acabó empotrado en el Partido Republicano ante el ascenso neoconservador y ahora ha aprovechando su crisis para llegar al poder.

Trump llego a la campaña sin otra programa que su ego. Se fue alimentando de las sobras dejadas primero por otros candidatos republicanos conservadores que se iban retirando. Estamos hablando de los racistas supremacistas blancos, de los cristianos anti-aborto, de los halcones nacionalistas, de los anti-inmigrantes sureños, de los que niegan el cambio climático, para acabar cortejando a los obreros blancos que tradicionalmente votaban demócrata y posiblemente hubiesen votado a Sanders, pero que sintiéndose traicionados acabaron votando republicano. Trump sabe que los obreros blancos forman parte de su coalición y es la razón de que ha sacado a Estados Unidos del tratado comercial TPP y esta cuestionando el tratado comercial con México, una medida que puede abrir una guerra comercial pero también favorecer al empleo y los salarios en Estados Unidos.

La cuestión es si este gobierno reaccionario de derecha radical apoyado por Wall Street y sectores de la clase obrera blanca al mismo tiempo tendrá el apoyo y la habilidad para aplicar una política llena de contradicciones y no estallara por los aires. S. Lipset decía en La política de la sinrazón que es fácil defender los intereses de grupos concretos amenazados, lo difícil es como hacerlo sin amenazar los valores sobre los que esta establecida la sociedad como un todo. ¿Cómo se puede implementar una política que ataca a los servicios de salud, a las escuelas públicas, a las minorías en nombre del populismo? ¿Como servir a Wall Street quien espera un futuro brillante y a los trabajadores? ¿Cómo puede existir un Presidente populista reduciendo los impuestos y aumentando todavía más la desigualdad ? ¿Cómo van a coexistir conservadores con radicales dentro de la Casa Blanca?

Un gobierno populista necesita apoyo en las calles y Trump no lo tiene, o no al menos lo suficiente. Perdió el voto popular por 3 millones de votos. El fin de semana de la inauguración estaban las calles de Washington mucho más llenas de gente que no lo quería cómo Presidente que gente que lo quería. Sin apoyo en las calles la resistencia popular puede acabar con sus políticas reaccionarias como parece ha empezado a ocurrir con sus ordenes ejecutivas sobre migración. Lo que da miedo pensar es que, como otros presidentes autoritarios, decida ante su fracaso domestico acudir a la guerra para “hacer America grande otra vez”. La Nueva derecha siempre se ha valido del sentimiento patriótico y su supremacía militar para no renunciar a la hegemonía mundial. Otra cosa es que Estados Unidos este en condiciones de mantenerla después de perder las guerras de Vietnam, Iraq y Afganistán. China es cada vez más un actor temible que no va a renunciar a una hegemonía compartida.

Imagen de portada: Obra de Shepard Fairey, autor de la campaña Obama Hope, destinda a la lucha contra el odio, el miedo y el racismo.  Estas imágenes están libres de derechos para su divulgación

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Mozambique 30 años sin Samora Machel

El año pasado se cumplieron 30 años de la muerte de Samora Machel. Tres décadas después la gente corriente sigue extrañándolo en medio de una profunda crisis social. Samora fue uno de los líderes más importantes de la lucha contra el colonialismo en Africa. Se hizo famoso con su consigna «la lucha continua» con la que quería unir la construcción nacional de Mozambique después de la independencia, con la lucha por acabar con la pobreza, la ignorancia y la muerte por enfermedades curables. El aniversario ha pasado desapercibido. Poco importa Africa, donde a ojos europeos existen riquezas pero no gente y más si se trata de un lider socialista.

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“Samora hombre de muerte prohibida” , se lee en una pintada, en Xai Xai la capital de Gaza al sur de Mozambique. La verdad es que Samora Machel murió hace 30 años en un extraño accidente de aviación cuando el neoliberalismo estaba limpiando los últimos escollos que frenaban su expansión en Africa y el apartheid sucumbía bajo la lucha de resistencia negra ayudada por la revolución cubana.

Todavía no se había enfriado el cadáver cuando su propio partido ya había dado un golpe de timón en la dirección del país. Las tres fracciones mas importantes del FRELIMO, el partido que Samora Machel había sido su dirigente durante años, se pusieron de acuerdo para enterrar su legado socialista. Las políticas de ajuste y la democracia liberal llegaron cuatro meses después de su muerte mientras acordaron turnarse sucesivamente en la presidencia del país.

El actual presidente Felipe Nyussi ( es el turno del retirado general Alberto Chipande, el ministro de defensa cuando Samora murió, Nyussi fue ministro de defensa del anterior gobierno y es de Cabo Delgado como el general) es el último acto de ese pacto que ha definido la política mozambiqueña durante los últimos treinta años. La democracia nació mentirosa, pero lo peor ha sido que sus promesas de que el libre mercado en una economía abierta mejoraría las condiciones de vida de la mayoría de la población no se han cumplido. Treinta años después del golpe de timón Mozambique esta en decadencia económica, hundido en la deuda, la guerra y la pobreza.

Los bancos están en quiebra y pequeños negocios están cerrando en las ciudades mientras 1.5 millones de personas en el campo están en emergencia humanitaria. Hay poco optimismo. El modelo neoliberal patrocinado por el Fondo Monetario Internacional esta inmerso en una profunda crisis. La economía brutalmente endeudada, las arcas del estado vacías y sus indicadores de desarrollo humano peor que nunca. Dependiente de la economía mundial, de sus exportaciones de carbón y gas, no existe un mercado interno, es una economía de corredores, esta a merced de los intereses de los bancos internacionales acreedores. Por si esto fuera poco una guerra civil de baja intensidad desangra al país mientras beneficia a los generales y sus abastecedores.

Ya antes de que se iniciara el declive de la economía el 50% de la población vivía en la pobreza según el Banco Mundial, mientras un puñado de familias ligadas a los presidentes de turno habían acumulado una monstruosa riqueza. Los tentáculos de los negocios del ex-Presidente Joaquim Alberto Chissano, el Presidente que sustituyó a Samora, se extienden por todos los sectores económicos del país. Su hijo murió asesinado en una guerra entre mafias. Valentina Guebuza, la hija del anterior presidente Armando Guebuza, actualmente bajo investigación por esconder varios prestamos hechos a la hacienda pública por bancos suizos y rusos bajo su mandato, asesinada recientemente por su marido, ocupaba el numero 7 de la lista de Forbes en mujeres más ricas en Africa. El general Alberto Chipande ha sido asociado públicamente con las negociaciones para explotar el gas y el petróleo en Pemba. La familia es propietaria de una empresa que se dedica a establecer joint ventures con compañías extranjeras del sector.

Samora Machel era un enfermero quien se comprometió desde sus inicios con la lucha por la independencia de Portugal. El Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) fue fundado en 1962. Tras el asesinato en Dar es Salam de Eduardo Mondlane en 1969 por la PIDE – la policía política de la dictadura portuguesa le envío un libro bomba- asumió la dirección del movimiento orientándolo hacia el marxismo-leninismo. Fue Samora quien proclamó la independencia de Portugal en 1975 y orientó al país hacia el socialismo (construyo organismo de masas para implementar el poder popular) sin decantarse a favor de China o la URSS, comprometiéndose en la lucha contra el apartheid.

El proyecto socialista que enarboló Samora Machel era difícil de implementar. El estado era pequeño ( en 1980 el estado solo empleaba al 10% del empleo del sector formal); sin cuadros (en 1989 solo 300 de los 1500 funcionarios de nivel superior tenían educación universitaria); y la economía débil y dependiente de su enemiga Sudáfrica (entre 1973 y 1975 cuando el éxodo portugués el PIB decayó un 21%). Por si fuera poco el apartheid organizó una guerra durante diez y seis años (1975-1991) en castigo por el apoyo de Mozambique a sus enemigos. Murieron un millón de personas. Naciones Unidas estimó que durante 1980-1988 Mozambique perdió 15 veces el PIB de 1988. El mismo RENAMO, la organización establecida por lo que entonces era Rhodesia y financiada después por Sudáfrica, ha reconocido que su objetivo era ocasionar la mayor destrucción posible.

A pesar de ello los años del gobierno de Samora Machel fueron años de éxito en educación, sanidad y derechos de las mujeres. En 1980 el analfabetismo se había reducido hasta el 75%. Cuando los portugueses salieron del país la tasa era del 90%. Los cuidados primarios y la salud preventiva se expandieron significativamente en un país que cuando salen los portugueses solo quedan 100 médicos; y se redujo drásticamente la malnutrición infantil con programas de alimentación infantil en las escuelas, una tasa que actualmente esta cercana al 50% entre niños menores de 5 años. La gente ordinaria extraña a Samora Machel por todo esto y porque murió sin enriquecerse.

Samora Machel al no renunciar a sus principios socialistas se había convertido en un héroe para su pueblo, pero había llegado a ser un estorbo para una nueva clase pudiente que estaba naciendo desde el poder y que se legitimaba en la victoria contra los portugueses. Esta nueva clase venía cómo anillo al dedo al neoliberalismo. Un modelo que necesitaba capitalistas que no existían. La corrupción -el saqueo de las arcas públicas bajo la manta del endeudamiento externo- fue la manera de crearlos. La corrupción se convirtió en funcional al sistema en la fuente de acumulación originaria de capital. Hoy lejos de crear riqueza los nuevos capitalistas siguen extrayendo recursos sociales públicos para pagar los servicios de la deuda externa que hicieron públicos mientras privatizaron una parte importante de la deuda contraida.

Las causas del accidente que mato a Samora Machel nunca fueron claramente establecidas pero hay indicios para pensar que fue un atentado. Grabaciones de la sesión de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Africa del Sur celebrada el 3 de junio de 1998 en la Ciudad del Cabo, hechas públicas el año pasado, revelaron que según testimonio de João Honwana un militar mozambiqueño que participó en la lucha de liberación nacional, Armando Guebuza podía haber estado implicado en el supuesto “accidente” posiblemente organizado por los sudafricanos del apartheid. Honwanna hablo de relaciones tensas entre Machel y Gebuza pocas semanas antes del accidente. Guebuza era entonces ministro del interior y partidario de la apertura de Mozambique al capital extranjero. El Buró Político del FRELIMO llegó incluso a discutir la cuestión Guebuza. Su declaración fue hecha pública en 2015 cuando Armando Gebuza ya no era presidente y reportada por el sudafricano Sunday Times. Samora Machel murió el 19 de octubre de 1986 en los Montes de Libombo cerca de Mbuzini en territorio sudafricano fronterizo con Mozambique cuando su avión pilotado por pilotos rusos proveniente de Lusaka se estrelló. Viajaban con él sus colaboradores más cercanos entre ellos varios ministros.

Dos años más tardes moriría asesinado Thomas Sankara el Presidente de Burkina Fasso y en 1993 Chris Hani el líder del Partido Comunista de Sudáfrica y dirigente de Unkhonto we Sizwe la rama militar del Congreso Nacional Africano. Los dos, como Samora Machel, comprometidos con sus pueblos y opuestos abiertamente al neoliberalismo que se estaba abriendo camino en Africa.

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La crisis del PSOE en perspectiva histórica II

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La crisis del PSOE ha llegado a ser tan profunda que sus dirigentes reconocen abiertanmente estar perdidos y desorientados. Sus propuestas, dicen ellos mismos, han quedado anticuadas; y a pesar del nombre obrero ya no saben aquien defienden y representan1.

La verdad es que una etapa histórica ha terminado para ellos y es muy difícil que logren repetir el éxito que tuvieron después de la segunda guerra mundial, cuando vivieron una situación similar. El keynesianismo permitió a los partidos socialistas rehacerse y ser hegemónicos en una época de salarios altos y pleno empleo, con suficientes recursos públicos para construir un estado del bienestar. Eran los tiempos en que los obreros organizados en sindicatos apoyaron estas políticas y votaron a los socialistas. Una identidad que Zapatero alegremente tiró por la borda con su famosa alianza con Rajoy para modificar el articulo 135 de la Constitución.

El PSOE parece estar liderado por enemigos trabajando desde dentro para dinamitarlo. Antes de Zapatero, Felipe González desmontó el tejido industrial desangrando su propia base social. La gran crisis económica en que estamos siguió cebándose con los obreros de mono pero esta vez no dejó en paz a los trabajadores de cuello blanco, sin que el PSOE en el gobierno o en la oposición hiciera nada para evitarlo. Sin programa y sin actores el PSOE va camino de convertirse en una anécdota de la política en el siglo XXI.

El modelo socialdemócrata de la segunda mitad del siglo XX descansaba en un acuerdo clasista entre la burguesía y la clase obrera en una sociedad industrial. Las dos clases económicas estaban organizadas en tanto que clases. Los obreros en sindicatos aceptados, subvencionados y protegidos. Las dos clases centrales del sistema reconocían la existencia de un conflicto entre los niveles de beneficios y de salarios pero pensaban que se podía llegar a un punto aceptable. Las dos clases sacaban anualmente los cuchillos, había huelgas y manifestaciones cuando negociaban los convenios, pero volvían a enfeudarlos una vez alcanzado el acuerdo. La lucha de clases existía y era aceptada pero convertida en una especie de rito anual dentro de la democracia representativa. El liberalismo funcionaba con una lucha de clases de teatro.

El neoliberalismo acabó con este modelo. Fue una decisión política. Hubo una revolución neoconservadora impulsada por los capitalistas descontentos con sus beneficios y su subordinación a las políticas públicas. El capitalismo no aceptaba el nivel de las ganancias y decidió atacar a los salarios en el centro. No por casualidad lo primero que hicieron el Presidente Reagan y la primer ministro británica Margaret Thatcher fue golpear brutalmente a los sindicatos. Después desmantelaron el entramado social y cultural de la clase obrera: los cinturones industriales. En España el PSOE, con Felipe González al frente, fue en aquellos años quien gestionó el fin de los astilleros, las minas y las siderurgias, sectores que con sus grandes huelgas durante el franquismo tardío habían ayudado a subir los salarios. Las fábricas fueron desmanteladas, pasando a un lugar secundario dentro del sistema mientras las sedes bancarias ocupaban un lugar de privilegio. Era allí, dentro del sistema, en consulta con Wall Street y la City, donde se decidía el destino de los talleres y el del empleo.

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Los bancos, apropiándose de la economía, hicieron bueno aquello de Marx de que el capitalismo no tiene otra patria que la del dinero. Las fábricas se desmantelaron y se las llevaron a países donde podían contaminar tanto como quisieran, en donde campesinos empobrecidos convertidos en obreros trabajaban por salarios de miseria y los capitalistas se libraban de pagar los impuestos de los beneficios. La desigualdad se convirtió en un monstruo. El poderoso sector textil catalán fue destruido. El lado de la oferta ganó predominancia sobre el de la demanda. Las empresas privadas sobre las públicas. Los viejos socialistas que ayudaron a este proceso, entre otras cosas facilitando las privatizaciones, se aficionaron a las puertas giratorias. Se pusieron en el otro lado de la mesa de las negociaciones colectivas como ejecutivos frente a los sindicatos, que dejaban caer. ¿Quién se acuerda de lo que llegaron a ser UGT y CCOO? El mundo donde el socialismo había crecido se desvanecía ante el estupor de sus militantes y la avaricia y la corrupción de sus dirigentes. La clase obrera que daba nombre al partido se pudría fragmentada, atomizada, desesperada, sin futuro, en las filas de las oficinas de empleo, entretenida con las banderas, la pandereta mediática y el fútbol, mientras dirigentes socialistas se fotografiaban sumergidos en el lujo de la mano de quienes les despedían.

La crisis del PSOE no puede entenderse sin la historia del desmantelamiento del viejo modelo productivo industrial y su sustitución por uno especulativo favorable a los bancos, constructores y especuladores. Los cambios estructurales han hecho inviables las viejas políticas keynesianas socialdemócratas con el agravante de que sus dirigentes han perdido cualquier autoridad moral. No es extraño que los dirigentes socialistas sientan el vacío bajo sus pies y su organización esté en ebullición evaporándose.

En América Latina el populismo ocupó el espacio que en Europa había ocupado la socialdemocracia. Por eso el populismo es extraño a Europa. El populismo nació en un momento de crisis del viejo modelo oligárquico, un mundo de excluidos a los que los populistas quisieron convertir en ciudadanos con derechos sociales. El populismo quiso sustituir la ausencia de un movimiento obrero importante e independiente con un Estado nacional antiimperialista que hablaba en nombre del pueblo. El populismo no se consolidó porque no logró articular un proyecto propositivo alternativo. De cualquier forma es un camino que tienta a parte del PSOE (y no solo). Sin clase obrera que representar, acarician la idea de convertirse en un agente político capaz de articular e integrar en las instituciones a los sectores empobrecidos por la crisis, defendiendo lo que queda del Estado del Bienestar mientras hablan de la nación, cualquiera que sea esta

El problema es que la socialdemocracia (la socialista y la keynesiana) tiene sentido histórico en tanto representa a la clase obrera con un programa independiente y propositivo. La paradoja que enfrenta hoy el PSOE es que al aceptar el neoliberalismo ha renunciado a organizar a la clase obrera de forma independiente en una coyuntura en que la clase obrera se rebela contra las elites de las que sus dirigentes forman parte. ¿No han sido sectores de la clase obrera los que propiciaron el Brexit en Gran Bretaña y la victoria de Trump en Estados Unidos?

En este callejón sin salida en que se encuentra la socialdemocracia, siempre le queda el camino más improbable de todos. Recuperar el reformismo socialista de la primera época y aliarse a los nuevos movimientos sociales postindustriales que defienden que otro mundo es posible. Al fin y al cabo, el conflicto entre propietarios de los medios de producción y sus asalariados seguirá siendo el conflicto central mientras exista el capitalismo. No hay proyecto propositivo alternativo sin los obreros, cualquiera que sea el rol que jueguen en él.

  1. Ver el articulo de Patxi López Un nuevo proyecto para un nuevo siglo El País 4 Nov. 20

Este articulo ha sido publicado enhttp://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-crisis-del-psoe-perspectiva-historicaii/

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El Rey Felipe VI no debe aplazar su viaje a Arabia Saudí debe Suspenderlo

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foto UNICEF Yemen

A mitad de octubre aviones saudíes redujeron a escombros al Kubra el tanatorio más grande de Sanaa cuando se estaba celebrando un funeral en memoria de Ali al-Rawishan un ilustre huzí que fue ministro con el Presidente Salleh. Al menos 140 asistentes murieron (Cruz Roja donó 300 bolsas para cadáveres) y más de 500 resultaron heridos. Entre ellos muchos prominentes jeques tribales que apoyaban una salida política al conflicto y líderes políticos y militares del gobierno de Sanaa. Ban Ki-moon el secretario General de las Naciones Unidas que ha tenido un perfil bajo durante el conflicto lo calificó inmediatamente de ¨crimen de guerra”.

Cuando Felipe VI pise la alfombra roja de Ryad los aviones saudíes llevarán 20 meses cometiendo actos criminales de esta naturaleza. Esta documentado (Yemen Data Project) que cerca del 40% de los bombardeos aéreos han sido sistemáticamente dirigidos contra escuelas, hospitales, mercados, mezquitas e infraestructuras económicas. 10 mil personas han muerto la mayoría por bombas lanzadas desde aviones, incluidas bombas de racimo. 3 millones de personas han sido desplazados. Los raros periodistas extranjeros que cubren el conflicto han publicado dolorosas imagines de niños literalmente en los huesos a causa de falta de comida. Ha sido denunciado por organismos humanitarios que barcos de guerra saudíes bloquean los puertos yemeníes impidiendo el suministro de comida y medicinas. Los mismos barcos que el Rey orgullosamente quiere vender en su viaje.

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Elegir Arabia Saudi , el reino de las decapitaciones y flagelaciones donde las mujeres no pueden salir de casa si los hombres no las dejan, para su primera visita oficial como monarca tras el nuevo gobierno es al menos descorazonador. Quizá tenga algo que ver con que la familia real española lleva 40 años recibiendo regalos de la familia real saudí y Felipe VI es de carácter agradecido. O puede ser que el decaído capitalismo español no tenga mucho donde agarrarse y como un hombrecito aguanta el olor de la sangre de las matanzas. El rey va a vender armas a un gobierno al que Naciones Unidas acusa de cometer sistemáticos crímenes de guerra.

Felipe VI continua con la misma política exterior que su padre. Lo que es bueno para banqueros y constructores es automáticamente bueno para el país, con o sin comisiones. Los derechos humanos como han enseñando el Presidente Rajoy y Felipe Gonzalez son solo instrumentos para usar convenientemente contra los gobiernos que no nos gustan, como los de Cuba y Venezuela. No para tomarlos en serio y mucho menos si entorpecen los beneficios de los accionistas.

Lo malo de la diplomacia española es que siempre llega tarde. El 6 de noviembre el periódico The Guardian publicó un editorial en el que llamaba a parar la venta inmediata de armas a Arabia Saudí. Las razones: morales y legales. La legal “ armas no pueden ser vendidas donde hay un un riesgo claro que puedan ser usadas para transgredir las leyes humanitarias internacionales. Hay ahora poca duda de que este es el caso”. A mediados de octubre The New York Times había publicado otro similar. “Si los saudíes rehusan a parar la carnicería y reasumir conversaciones para un acuerdo político. Obama debería parar toda ayuda militar.”

Los bombardeos contra la población civil del Yemen ha cambiado la vieja regla occidental de ligar comercio con derechos humanos. Todavía Albert Rivera, el de Ciudadanos, no se ha enterado de lo que significa la guerra del Yemen. Las masacres como la del funeral de Sanaa ha hecho obsoleta la idea de que se trata de integrar sabiamente soberanía nacional, comercio y derechos humanos. Las bombas al funeral han destruido el espacio de discusión política civilizada, si es que quedaba alguno. Los más de cuatro mil civiles muertos durante el conflicto, muchos de ellos mujeres y niños, convierte la visita del Rey en un mecanismo legitimador de los perpetradores de crímenes de guerra y violadores de la ley internacional. Yemen esta al borde de una catástrofe humanitaria organizada por el Rey saudí. El 80% de su población necesita algún tipo de ayuda. 370 mil niños están sufriendo de malnutrición a causa de la guerra y el bloqueo. Por eso hace mal Felipe VI en visitar Ryad con el agravio de ir a vender armas a un país que Naciones Unidas y organizaciones de derechos humanos esta acusando a su gobierno de criminal.

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Ha sido documentado que armas fabricadas por INSTALAZA, la empresa que trabajaba Pedro Morenés el antiguo ministro de defensa, han sido usadas en el conflicto. No sabemos si pilotos entrenados por el Ejercito del Aíre participan en los bombardeos ni tampoco si alguno de los dos aviones de reabastecimiento fabricados por Airbus en Getafe o los repuestos vendidos han sido utilizados en el conflicto. Aunque La Marea citando a Amnistía Internacional ha publicado que “las ventas de armas española estarían violando el Tratado sobre Comercio de Armas, así como de la Posición Común de la Unión Europea, la regulación de la OSCE para la venta de armas convencionales y la Ley 53/2007 sobre control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso”.

El alcalde de Cadiz de PODEMOS Jose Maria Gonzalez, Kichi, apoya el contrato de 2000 millones de euros para fabricar los barcos militares porque creará 3000 empleos durante 5 años en los astilleros de Cadiz. ¿Cómo puede ser que mientras The Guardian llama a parar la venta de armas a Arabia Saudi los de PODEMOS de Cadiz defiendan su venta? ¿Cuantos niños muertos de hambre por el bloqueo marítimo en Yemen son aceptables por cada empleo creado en los astilleros de Cadiz? ¿No habría que condicionar la venta de los barcos al fin de los bombardeos a civiles en Yemen? Los otros tienen que importarnos. Más aún si son pobres y vulnerables como la gente del Yemen. No hablamos solo de derechos humanos hablamos de masacres.
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¿Porqué los jòvenes pierden la fe en el partido de Mandela?

Un movimiento por una enseñamza univesitaria acesible a todos recorre Sudafrica. El movimiento #FeesMustFall empezó el año pasado pero este año ha llamado la atención su militancia y su carácter ca…

Origen: ¿Porqué los jòvenes pierden la fe en el partido de Mandela?

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¿Porqué los jòvenes pierden la fe en el partido de Mandela?

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Un movimiento por una enseñanza univesitaria acesible a todos recorre Sudafrica. El movimiento #FeesMustFall empezó el año pasado pero este año ha llamado la atención su militancia y su carácter cada vez más politizado. Las universidades sudafricanas están litearlmente en fuego. La represión ha seguido a las movilizaciones masivas de estudiantes. Diez y seis universidades de las 26 universidades públicas están cerradas Hay huelgas, enfrentamientos entre estudiantes y policías.   567 personas han sido arrestadas. Un estudiante murio durante una protesta en Tshwane (Pretoria).  Los estudiantes quieren acabar con que  las universidades sean espacios de blancos en un pais de negros.  Quieren una igualdad de oportunidaes para accdeder a las mismas independientemente del color de la piel o los ingresos.

El movimiento coincide con la publicacion la  semana pasada de un informe de una institución gubernamental a cargo de vigilar la conducta del gobierno en el que se acusa al presidente Zuma de ianpropiadas relaciones con la familia Gupta una rica familia de negocios de la India amigos suyos. Zuma el lider del congreso nacional Africano, el partido de Mandela, estuvo diez años encarcelado en Robben Island por su lucha contra el apartheid. Miles de manfestantes la semana pasada llamron a Zuma a dimitir.

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Hace unas semanas un centenar de estudiantes de bachillerato de una prestigiosa escuela para chicas en Tshwane se rebelòó abiertamente contra la práctica habitual de la escuela de forzar a sus estudiantes negras a enderezar su pelo. Llegaron hasta poner vaselina a la fuerza en el cabello de una de ellas

El peinado rizado es uno de los rasgos de la identidad africana. Durante el poderoso movimiento negro de finales de la década de 1960 fue uno de sus símbolos. En 2016, las imágenes de la protesta de las estudiantes defendiendo la estética y cultura negra corrieron como la pólvora en las redes sociales. En un par de días se recogieron 10.000 firmas contra la prohibición de la escuela. Los directores tuvieron que retroceder. ¿Cómo era posible que después de más de 20 años sin apartheid, gobernada Sudáfrica por el Congreso Nacional Africano, (ACN), se siguiera castigando la negritud en las escuelas?

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El año pasado en Ciudad del Cabo estudiantes universitarios lograron sacar de la Universidad de Cape Town una estatua de Rhodes. La consideraban un símbolo del colonialismo. Rhodes murió en 1902 después de hacerse famoso por formar un ejército y, con la bendición de Londres, robar las tierras que le interesaban de la población nativa. Los estudiantes de color que lograron sacar la estatua asociaban el colonialismo blanco con su postergación en las universidades frente a los jóvenes blancos, mayoritarios en ellas, aunque estos sean una minoría entre la población. Saben que la educación es la única arma que tienen los jóvenes negros para derribar la barrera histórica de su discriminación y postergación social.

Para estos estudiantes la llegada al poder del movimiento de liberación nacional con más prestigio en Africa, en 1994, no ha traído lo que esperaban. Dicen que el nuevo activismo que está naciendo en las aulas se debe a que las promesas hechas por el ACN no han sido cumplidas. Lo mismo está ocurriendo en Mozambique, donde el desengaño con el FRELIMO es cada vez mayor; o en Angola, o en Zimbawe.

Mandela y sus camaradas supieron atraer a las masas negras a su lado al convertir el viejo ANC –en su fundación un movimiento liberal por los derechos políticos de los negros– en un movimiento de reivindicación social a favor de la población negra al dar cabida en su seno a los comunistas y los sindicatos. El fracaso de los gobiernos del ACN en su política social –los datos muestran que el desempleo, los bajos salarios, la pobreza continúan para la mayoría de la población negra–, es la levadura de la insatisfacción que crece entre las nuevas generaciones. La luz roja se encendió cuando el gobierno del ANC empezó a usar la violencia policial contra las protestas sociales. El asesinato de 34 mineros en Marikana en 2012, cuando se manifestaban reclamando un salario digno, fue el aviso de que algo extraño estaba ocurriendo. Las jóvenes generaciones veían con horror cómo las víctimas de antes se estaban convirtiendo en los verdugos de hoy.

El resultado de las elecciones locales celebradas en agosto ha expresado el desencanto que recorre el país. El Congreso Nacional Africano (ANC) que desde hace 22 años venía ganando fácilmente cualquier contienda electoral, perdió cuatro de las alcaldías de las seis ciudades más importantes del país, entre ellas Johannesburgo, donde está Soweto, el símbolo de la lucha urbana contra el apartheid. Es verdad, no obstante, que ha sido el partido más votado a nivel nacional y un claro ganador en las áreas rurales. Un 65% del voto frente al 56% obtenido a nivel nacional. La dotación de casas a precios simbólicos a pobres rurales y la traída de servicios ha compensado su parálisis en la devolución de la tierra a campesinos negros. Pero su éxito en las zonas rurales no puede compensar su fracaso en las grandes ciudades, sobre todo de cara a las elecciones generales del 2019, porque en Sudáfrica el 65 % de la población es urbana. El nerviosismo se está apoderado del partido.

El Presidente Zuma –en Sudáfrica el Presidente lo elige el parlamento– podría ser reemplazado por otro miembro del Congreso Nacional Africano. Su figura está ampliamente asociada con la corrupción. Una revocación nada fácil, porque Zuma cuenta con el apoyo de Umkhonto we Sizwe, la antigua ala militar del movimiento, donde se han refugiado los viejos cuadros de la lucha de liberación. Los viejos luchadores “revolucionarios” no ven mal que se saque alguna ventaja “especial” en beneficio propio por su vieja militancia en tiempos difíciles. Pero sus sacrificios de hace 30 años dice poco a los jóvenes de hoy. Su situación material –supuestamente por lo que dicen que lucharon los viejos– no mejora, mientras ven como sí mejora en cambio la de ellos.

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El partido de los Luchadores por la Libertad Económica de Julius Malema (EFF) se ha pasado dos años intentando no dejar hablar a Zuma en el parlamento, sus diputados coreaban #PayBackTheMoney, por no devolver el dinero público que se gastó en su casa privada de Kwa-Zulu Natal. Ellos sabían que la corrupción de Zuma y sus allegados es lo que más está desgastando al ANC. Su protesta –ha conseguido finalmente que Zuma pague su deuda con el Estado– le ha dado votos. El EFF ha conseguido un inesperado 8% a nivel nacional (11% en Johannesburgo), un resultado que le ha permitido decidir las alcaldías de Pretoria y Johannesburgo. Los centros políticos del país.

El EFF es un partido formado hace solo tres años por las juventudes desencantadas del Congreso Nacional Africano. Las juventudes han sido históricamente quienes han regenerado al ANC. En 1944 fueron sus líderes, entre ellos Mandela y Tambo, los que lograron imponer una agenda social e indigenista. Julius Malema, un viejo aliado de Zuma, ex-secretario general de la Liga de La Juventud del ACN, condicionó su apoyo al ANC para gobernar las alcaldías a que “el corrupto Zuma dimita”.

Malema dijo que el EFF tenía que elegir entre dos diablos: entre el ACN y AD. AD (Alianza Democrática) es un partido reformado que tiene sus raíces en el apartheid, y que votado mayoritariamente por blancos consiguió un éxito histórico en Johannesburgo, donde presentó un candidato negro. Malema categorizó a Zuma como “un corrupto que protege a los capitalistas blancos”; y al AD como un partido “no corrupto que protege a los capitalistas blancos”. Al final el EFF se decidió por AD porque según Malema “es menos diabólico”.

El acuerdo es muy frágil porque AD es un partido claramente neoliberal y el EFF reivindica nacionalizaciones mineras y expropiaciones de las grandes propiedades rurales que siguen en manos de los blancos. Lo único que sella el acuerdo es que todos miran a las elecciones del 2019 sabiendo que la corrupción, la arrogancia y la ineptitud es lo que más irrita a las nuevas generaciones de sudafricanos.

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http://www.elviejotopo.com/topoexpress/los-jovenes-pierden-la-fe-partido-mandela/

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LA CRISIS DEL PSOE EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

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La mecha que ha hecho estallar al PSOE la encendió Rodríguez Zapatero cuando el año 2011 modificó de la mano de Rajoy el articulo 135 de la constitución española. El artículo nuevo consagró la estabilidad presupuestaria, instaurando el neoliberalismo en el régimen postfranquista como si de otro Rey se tratara.

Al hacerlo Zapatero acabó con el ADN keynesiano del PSOE profundizando de paso la crisis del régimen donde un sistema bipartidista al estilo alemán había sido funcional. Con el acuerdo los dos partidos pasaban a ser uno solo con dos fracciones públicas. Una conservadora y la otra menos conservadora disputándose el gobierno. Un gobierno PP-PSOE pasaba a ser lo más normal en tiempos de crisis, donde las rencillas familiares y las pequeñas diferencias deben olvidarse por el bien de todos.Zapatero debía saber que instaurar la estabilidad presupuestaria en el año 2011 significaba subordinar los gastos sociales al pago de la deuda pública. El estado, entonces en buena forma fiscal, se preparaba para asumir la enorme deuda privada que el corrupto e ineficiente modelo económico del pelotazo había generado. En otras palabras, la modificación constitucional blindaba la expropiación de ingresos monetarios y sociales de la mayoría de la población para entregárselos a banqueros y sus accionistas en apuros.

Posiblemente el PSOE no había valorado bien la implicación histórica que su reforma constitucional llevaba consigo. El desmantelamiento paulatino del Estado de Bienestar y la renuncia al déficit keynesiano era dejar al PSOE sin sus señas de identidad. Al sacrificar el PSOE su propio ADN era cuestión de tiempo que la crisis estallase y de manera desgarradora. Modificar un ADN es una cuestión enormemente seria que ocurre raramente.

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Si algo había caracterizado a la socialdemocracia hasta ahora, había sido su capacidad para adaptarse a los cambios sociales sin perder el apoyo de grandes mayorías, un don que parece haber perdido. La socialdemocracia se rehizo durante la crisis de entreguerras en el comienzo del siglo XX cuando era un movimiento socialista reformista y lo hizo posteriormente en la postguerra cuando fue hegemónica durante décadas tras aceptar el capitalismo sin renunciar a los intereses de los trabajadores. La socialdemocracia ha sido el partido político quizá más importante en la historia del siglo XX en Europa. Pero está fracasando al comienzo del siglo XXI al intentar adaptarse al neoliberalismo. El experimento sin éxito de lo que se llamó la “tercera vía” le ha dejado sin otra opción que la de unirse con los conservadores neoliberales.

Establecida en las postrimerías del siglo XIX como un partido político independiente, la socialdemocracia se hizo popular por sus batallas en defensa de los intereses generales de los asalariados proclamando la necesidad de una revolución social. Las ideas de Carlos Marx, quien había estudiado críticamente c-cómo funciona el capitalismo, fueron muy importantes en este proceso.

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Marx pensaba que el camino electoral podía ser una opción siempre y cuando la burguesía aceptase la democracia. Una evolución que él consideraba altamente improbable –por eso vio con buenos ojos la Comuna de París– viendo la estructura social piramidal de corte bipolar que generaba el capitalismo durante el siglo XIX. Una estructura social similar a la del capitalismo tardío actual del 1%. La dinámica capitalista actuaba como una fuerza centrifuga desplazando hacia la base al grueso de la población y a un minoría hacia el vértice de la pirámide. Distanciando cada vez más a los pocos de arriba de los muchos de abajo. Si se mantenía la democracia con una estructura social de estas características era posible convencer a los obreros de la necesidad de una revolución social.

Berstein, un discípulo de Marx, estudió la estructura social del capitalismo alemán e inglés durante las primeras décadas del siglo XX, cuando Marx ya había muerto, y descubrió que a diferencia de lo que había ocurrido durante el siglo XIX, los ingresos de los trabajadores en vez de disminuir aumentaban y la estructura social en vez de polarizarse se estratificaba. El incremento de la productividad podía aumentar los salarios sin que las expectativas empresariales de beneficios disminuyesen. En otras palabras, el capitalismo generaba riqueza y si los sindicatos obreros se expandieran podrían obligar a los capitalistas a frenar sus ansias de ganancias aumentando el bienestar general de la población. Este compromiso con el capitalismo que proponía Berstein se plasmó en el apoyo de la socialdemocracia a la primera guerra mundial imperialista. El voto por los presupuestos de guerra significó la primera ruptura. La socialdemocracia se partió en dos. En España, fue durante la guerra civil cuando las juventudes socialistas lideradas por Carrillo se unieron al Partido Comunista, pero en Alemania y Rusia había ocurrido mucho antes a consecuencia de la Revolución Rusa.

A los reformistas socialdemócratas les costó tiempo encontrar la fórmula que permitiese conciliar la democracia y el capitalismo con los intereses de los trabajadores organizados como clase dentro del capitalismo. La encontraron experimentando con sus gobiernos. En Escandinavia los socialdemócratas lideraron fuertes luchas sociales hasta llegar al gobierno cuando la gran crisis capitalista del 29. Al adoptar políticas económicas keynesianas lograron defender los intereses de los trabajadores dentro del capitalismo sin renunciar a la lucha de clases.

El keynesianismo parte de que el capitalismo es inestable y el gobierno puede afectar positivamente a la economía, y debe actuar. Una política que reactive la demanda podía conciliar mayores salarios y pleno empleo con beneficios aceptables. El estado podría endeudarse en época de depresión económica y pagar las deudas durante la expansión. Zapatero, al reformar la constitución renunció a estas armas económicas que podían ayudar a los trabajadores en tiempos de crisis y que habían sacado a la socialdemocracia de un camino sin salida. No era un problema académico o de la teoría económica, sino político. Los neoconservadores habían decidido que no veían motivos para renunciar a parte de sus ganancias para dárselas a los trabajadores.

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Estas políticas keynesianas habían convertido a la socialdemocracia en la fuerza hegemónica durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX. Los trabajadores organizados como clase consiguieron conquistas sociales que ninguna otra sociedad había conseguido sin renunciar a la democracia. Fue con este programa keynesiano con el cual Felipe González refundó el PSOE en los primeros años de la democracia, con un partido en donde era mayoritario el reformismo socialista de la primera socialdemocracia que se identificaba con Marx. En septiembre de 1979 el PSOE–González necesitó celebrar dos congresos el mismo año para lograrlo –renunció al marxismo y asumió los postulados democráticos que la socialdemocracia europea había adoptado como señas de identidad hacía ya muchos años. Hasta que Zapatero reformó la constitución, durante casi cuarenta años el PSOE había tenido como referencia ese congreso, habían reconocido al capitalismo pero también al menos programáticamente los intereses de los trabajadores organizados como clase. El PSOE defendía salarios dignos, empleo para todos y el estado del bienestar; ahora nadie sabe lo que es y lo que quiere. Todo lo tiró por la borda Rodríguez Zapatero al cambiar la constitución para hacer felices a los banqueros. Muchos intuyen que el PSOE los ha abandonado y otros piensan que ha perdido su utilidad. Es muy probable que lo que ocurre en Cataluña –un PSC-PSOE irrelevante– pase en toda España en los próximos años.
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